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pesebre. Pero el gran misterio que nos pone de rod illas en adoración es el amor infinito de Dios que se hace hombre. El testimonio es de Juan en alto vuelo de águila real: "Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros.,. En el mismo plano bíblico de revelación apostilla San Pablo, testigo de excepción de la cristiandad en su etapa evan– gelizadora: "Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nac ido de una mujer, nac ido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción". Luego harán acto de presencia en la historia personajes extraños con ánimo de desmantelar el portal y negar la cuna. Son los docetas, los monofisistas y compañeros de viaje que niegan la verdad de Cristo con un lenguaje ambiguo, al mar– gen de la ortodoxia y enfrentados a la tradición . Teólogos, escrituristas y predicadores esclarecerán el sentido cristiano del dogma: verdadero hombre, nacido de Ia Virgen . Es cuestión ele honor devolver a la cuna su verdad y su prestigio. Hay que buscar la inspiración en las fuentes y reconstruir el portal con rigor histórico en su imponente belleza de des– nudez, de pobreza, y de autenticidad. En esta línea de desmi– tificac ión y de realismo va la espiri tualidad en sus momentos ele más dinamismo evangelizador. Con mi humilde orgullo ele pobre me he acercado al portal para rescatar a la Virgen ele fantasías irrealistas con unos versos verdaderos. Lo he conta– do y cantado en mi "Villancico de las rebajas". Dice así: "Tanto mensaje triunfal, tantas angélicas alas y en vez de colchón de plumas tienes camastro de pajas. Tanto que madre princesa, tantos piropos y galas y naciste corno yo de una mujer aldeana. 11R
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