BCCCAP00000000000000000000338

dieron con un establo. Y allí, en compañía de animales ele labranza que le prestaron un calor tibio y una acogida serena. María dio a luz al Niño div ino. La noche se llenó de luz. Y María se desvelaba y se desvivía en sus funciones de madre primeriza. "Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pese– bre". Y luego, vinieron los ángeles con su pregón de gozo. Luego, pero mientras.. . ¡cuánta humillación, cuánto desa– sosiego y cuánta amargura! No basta con decir que nació pobre, hay que poner de relieve que superó todas las condi– ciones normales de la pobreza, que llevó la pobreza a una situación límite. En efecto, los pobres tienen un sitio para nacer, aunque sea una chabola en el suburbio. Jesús nació en un portal que ni siquiera era suyo ni de su familia ... Con el tiempo hemos "idealizado" la figura de la madre y del Niño. Los artistas se han situado en el plano espiritual y han colocado en el sitial de honor a la aristocracia del espíritu, a la sangre azul de la nobleza espiritual. Y nos han pintado a María con todas las galas de la nobleza temporal. María apa– rece vestida con vestidos de reina. como hada madrina de un cuento de hadas , en ricos palacios principescos. El Niño se recuesta en colchones de pluma, en un contorno ele abundan– cia y esplendores. Esta idealización me infunde un profundo malestar casi físico. María no necesita estas galas artificiales porque está en posesión de cualidades y condiciones de más alto rango "al natural". Y me disgustan, sobre todo, porque son "mentiras", desmentidas por la historia y por la vida. Con la mejor inten– ción del mundo disfrazan a María de princesa terrenal cuan– do su más alto honor es la pobreza. Los pañales con que envuelve la Virgen madre a su niño son más preciosos que las sedas y los colchones de pluma. Y sintonizan mucho mejor con el misterio de la Encarnación, en la que Jesús "se despo– jó de su rango". Nos emocionamos y nos escueeen los ojos con las lágrimas cuando vemos al Niño sobre las pajas del l 17