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carta de ciudadanía de Roma se sentían orgullosos de tan alto honor, que les liberaba de atropellos y les proporcionaba situaciones de pri vilegio y seguridad. El ed icto del César ordenaba el empadronamiento. Cada fami li a tenía que regi strarse en el censo de su ciudad de ori – gen. Este es el motivo del viaje de José y María a la ciudad de David, a Belén , patria cuna de la fami li a de los humildes alde– anos . No hace falta poner alas a la fantasía para imag inar las penalidades del viaje en las circunstancias especiales en que se encontraba María. María estaba encinta. en estado tan avanzado que le ll ega– ron sus días y dio a luz lejos de su pueblo y de su hogar fami– li ar. Fue en cumplimiento de una profecía, pero esto no quita dramatismo al hecho. María tuvo que sufrir las molestias de un viaje obligado e incómodo, e l cansancio de las largas jor– nadas en la caravana, la angustia de la próx ima maternidad con nubarrones oscuros en el horizonte. Lucas anota expresa– mente que no había si tio para ellos en el mesón, sugerencia que han recogido los guionistas de ci ne y los artistas por libre para la representación popular en "pastoradas" y escenifica– ciones catequísticas. Imaginamos la zozobra, la humillación, el temor y la pena de José y María llamando a las puertas del mesón y recibien– do siempre la negati va disp li cente y malhumorada de los mesoneros. Es lógico, los provincianos habían abarrotado la ciudad y los establecimientos de hospedaje. El sitio de María con el fruto de Ia vicia maduro en sus entrañas no era un corral con animales o con las mantas tiradas por el sue lo, en un ambiente rui doso de gritos, protestas y hacinami ento. Por otra parte, no había sitio en el mesón para María porque era pobre.. . ¿Dónde irán los jóvenes esposos con la fatiga al hombro, con e l cansancio de los caminos, con todas las puertas cerra– das, con la tri steza turbando sus corazones? Irán como siem– pre le ha tocado ir a María: al ai re de la Providencia. Se van a las afueras, a cobijarse en los brazos de Dios, que luego no tuvo casa ni sitio donde cobijar la cabeza. Y en las afueras l 16
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