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universo, La Santina, La Princesa celestial. Nombres preña– dos de sugerencia y de esperanza: Virgen del Camino, Ntra. Señora ele la barca, Virgen de la mina, Virgen ele los Ojos grandes, Ntra. Señora de Gracia... Las flores más frag antes de los jardines ele la naturaleza y ele la gracia han sido para María: aurora naciente, estre ll a ele la mañana, torre ele marfil, virgen intacta, madre virginal , Reina ele todos los héroes y heroínas ele la santidad. Y con toda razón : Ella es Flor de las flores ... "todas las generaciones" También la nuestra. En el reloj de la Providencia dan las campanadas de nuestra hora, especialmente dramática y fas– cinante. Empezamos por confesar con cierto santo orgullo que el historial mariano de nuestra época ha sido abundante y fecundo, con un dinamismo creativo de horizontes abiertos. Nuestra generación ha aureolado la corona de la Virgen con dos estrellas nuevas de singular fulgor. Dos defi nic iones dog– máticas: La Inmaculada y La Asunción; y el "compact-disk" del Rosario de Juan Pablo U ha sido galardonado. Esto es lo brillante y llamati vo. Lo normal, lo que nos hace confiar con la mirada en el futuro es que María sigue siendo uno de los grandes amores del pueblo sencillo, de la buena gente que trabaja, lucha y reza. "porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso". María tiene presente una frase profunda del ángel de la Anunciación: " porque nada hay imposible para Dios". Ella ha vivido la experiencia personal de ese poder total en el hijo del milagro, el niño engendrado en sus entrañas sin obra de varón. Todo en su vida es gracia en un sartal de misterios, de favores y de dones interminable. Es la "llena ele gracia", la que ha encontrado gracia ante Dios, la que tiene a Dios en sí y consigo. 108
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