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Señor, la mujer que ha sido predestinada y elegida para Madre de Dios. "por eso desde ahora todas las generaciones me lla– marán bienaventurada" Lo pregona cantando. Y es, por entonces, una doncella en flor, una jovencita ele una aldea perdida que no figuraba ni en el mapa y que no conocían ni por el nombre sus mismos com– patriotas. Es la esposa del carpintero, gente humilde y sin nin– gún relieve en la sociedad. Vive al margen del ruido munda– no y parece que no es especialmente considerada ni por sus propios familiares, fuera de su prima Isabel. "me llamarán bienaventurada" . ¿Quién? Si da la impresión de que siente alergia a las ala– banzas y se ha recluido en una vida silenciosa y oculta duran– te toda la infancia y juventud ele Jesús y en la vicia pública de l hijo son contadas las ocasiones en que se deja ver. Los más allegados por simpatía y amistad, apenas si le dedican unas frases y casi siempre en un segundo plano, como telón ele fondo. Sale en la foto porque está con el Hijo. Eso sí, los evangelistas, tan lacónicos que van siempre a lo esencial, se deleitan en los primores ele un detalle característico: Jesús está "con" su madre. Personalmente o en grupo, los que bus– can a Jesús lo encuentran "con" su madre María. ¿Quién? Luego parece que hay un cambio ele dirección en el rumbo y ritmo de la historia y es Jesús quien nos descubre a María. El descubrimiento progresivo de la verdad sobre Cristo arroja rayos de luz sobre la figura de María en sus aspectos más significativos. La declaración explícita de la divinidad de Jesucristo y la refutación ele las herejías cristo– lógicas trae consigo la exaltación de la Virgen y la definición del dogma mariano: maternidad divina, maternidad virginal, maternidad universal. Y una vez que se ha proclamado la maternidad divina, se engrosa la letanía del encumbramiento 106

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