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Al Señor La inspiración bíblica es incuestionable como lo han pro– bado los especialistas documentalmente, con textos iguales o de gran parecido, a doble columna. María está familiarizada con los Libros sagrados y ha calado muy hondo en su sentido salvífico. Sin embargo, su Cántico es original y enteramen te nuevo por los contenidos y las sugerencias. Cuando dice: "Señor" ha descubierto horizontes nuevos que no vieron los más sabios y santos de su pueblo. El Señor es el Padre Dios, rico en misericordia. El Señor es el Espíritu Santo que la ha cubierto con su sombra divina. El Señor es el Hijo, encarna– do en su vientre virginal. María tiene una re lación personal, cuya intensidad y extensión no podernos comprender, con Dios Padre, de quien es hija; con el Espírit u Santo, ele quien es esposa y con el Hijo, de quien va a ser la madre. El Señor es Dios, Uno y Trino. "porque ha mirado la humillación de su esclava". María tiene un sentido exacto ele las proporciones. Dios es Dios, la raíz del ser, la plenitud del Ser. Ella es "la esclava", la criatura venida al ser ele la nada, la nada en el orden del ser. Percibe con absoluta nitidez, envuelta en la luz divina, que es el no ser, con una incapacidad radical para ser por sí misma, para ciarse el ser a sí misma, para seguir siendo por sí misma. Sabe que todo cuanto es le viene dado por Dios, que se fijó en su pequeñez, en su insignificancia, en su menudencia. Y lo conoce no por el discurso metafísico ni por razones ele silo– gismo teologal, sino con su sabiduría de pobre, porque se lo ha revelado el mismo Dios que se revela a los sencillos. Es "la esclava" que ve el mundo, los acontecimientos, la historia ele su pueblo y la propia historia personal con los ojos de su Señor. Sabe que es hechura ele Dios, "imagen y seme– janza ele Dios". Y esta imagen y semejanza recobra su origi– nal esplendor en ella, que se deja moldear y refleja a Dios en la pantalla virginal de su vida. María es la obra perfecta del l05