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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR para que sea «con toda el alma, con toda la energía». En las zonas urbanas hay que ir siempre pendiente del prójimo, desvivirse por el prójimo, ceder el paso, encen– der todas las luces de «situación» de la amistad, la cortesía, las buenas formas. El Amor apasionado a Dios y al prójimo dan siempre luz verde en el semáforo de tu vida ... El hombre es un ser social por naturaleza. Ha nacido para vivir en sociedad. De hecho, vive y se reali– za dentro de la sociedad en todas las dimensiones ele su existen– cia. Como ser humano, se agrupa en torno a la ciudad; como ser religioso, se agrupa en torno a la Iglesia. La vida social -comunitaria- viene exigida también por el carácter de limi– tación, menesterosidad y radical imperfección del hombre. Vive en permanente situación de necesidad y dependencia de los semejantes. En este planteamiento realista de la convivencia es impres– cindible la Ley, la normativa. La norma eslá en función del bien común, de la armonía en la convivencia, de los fines sociales o religiosos. Por eso, como ciudadanos tenemos un Código Civil, y como religiosos, un Código Canónico. La Ley es necesaria en la ciudad de los hombres. Vais por la calle. Veis un semáforo con el disco verde. Es la autorización para que pasen los peatones. Los coches tienen que frenar y esperar. Se enciende el disco rojo. El peatón debe esperar. Si cruza la calle con el semáforo en rojo pone en peli– gro su vida y la vida ajena. El respeto a la normativa es nece– sario para salvaguardar el bien común y la convivencia pacífica. Los DIEZ MANDAMIENTOS El Decálogo es el Código del Pueblo de Dios. El más sabio, el más acertado, el más breve del mundo. Toda la vida moral del hombre -derechos y deberes- se basa y se realiza en esa pre– ciosa Ley. Son normas tan sencillas que las entiende un niño. Tan profundas que no basta para penetrar sus contenidos la 75 -

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