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P. CALASANZ po perdido a base de prisa y de vehemencia. El descu– brimiento de Cristo por una experiencia personal ha conmovido todo su ser. Y se encuentra como un enamo– rado, totalmente transfigurado por Jesús. Por eso sien te la necesidad de comunicar el don y la gracia. Vive como obsesionado por la presencia de Cristo, habla constante– mente de Cristo con convicción y con calor. Este testimonio es urgente y decisivo en nuestro cris– tianismo, donde abundan los «adormilados», los rutina– rios, los tibios, los tristes y amorfos ... Celo apostólico en dosis abundante: el converso suele ser proselitista por la capacidad de arrastre, sobre todo en su mundo y en su ambiente. No se contenta con haber encontrado personalmente a Cristo, quiere que los suyos: familiares, amigos, vecinos, lo encuentren también. El converso puede pecar de celo «indiscreto», pero su testi– monio es «revulsivo» y muy valioso en un mundo donde se peca tanto de cobardía, de insolidaridad y de falta de verdadero compromiso cristiano. Alegría y optimismo: el converso ha encontrado en Cristo el sentido pleno de su vida. Cristo -Camino, Verdad y Vida- satisface todas sus exigencias espirituales; más aún, las supera infinitamente (Dec. Ad Gentes, 13). Este clima festivo y esperanzado es urgente en nues– tro cristianismo de gente seria y mayor, como gesto creí– ble de que servir a Dios «alegra mi juventud» y de que la vida de piedad intensa no está reñida con las mani– festaciones festivas ni con la felicidad. CRISTO, PLENITUD DE LA LEY. LOS DIEZ MANDAMIENTOS El Código de Circulación, por las vías del Evangelio, es simple, fluido y creativo: En las zonas de Dios hay que pisar el acelerador y olvi– dar el cuentakilómetros: hay que ponerle alas al Amor - 74-
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