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Las píritu. P. CALASANZ del hombre «carnal» que matan el es- Esta ruptura no admite tiene que ser Ahora mismo. La conversión es un cambio de mentalidad: ver la vida con ojos nuevos, con criterios y con juicios de valor inspirados en el Evangelio. Es un cambio de actitudes ante la vida: el único valor abso– luto es Dios y las cosas de Dios. Es un cambio de sentimientos, un sentir «con» Cristo y corno Cristo. Es un cambio de «sentido»: Cristo da sentido a mi vicia. El es la razón de mi existencia. La predicación profética es una invitación constante, con frecuencia desgarrada, a la conversión. Juan grita a las muchedumbres que le escuchan: «Convertíos y creed al Evangelio». Cristo recordará con energía: «Si no os convertís y hacéis penitencia, todos pereceréis igualmente». ¿Qué significa la conversión? Literalmente expresa un «cam– bio de mentalidad» y se refiere a todo el ámbito de la existencia humana. Convertirse es cambiar de actitudes, de sentimientos, de modos de pensar, de enjuiciar, de valorar y, consecuentemen– te, de comportarse. Para conseguir este cambio ele configuración mental hay que partir de una visión «realista» del hombre, ele su drama existen– cial y de su condición de pecador. Contra todas las utopías del «super-hombre», que pretende endiosarse por las conquistas del progreso y de la técnica, está la vida real. El hombre está seria– mente «tocado» por el pecado, es frágil, temporal, mortal. El hombre de hoy sufre, tiene los nervios en punta, se torna cada día más agresivo. Para convertirse en un hombre nuevo tiene que admitir su situación de pecador, debe profundizar hasta sus más secretas - 64-
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