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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR avergonzado, triste, Caminan los dos hacia el encuentro, El jovert se tira de bruces a los pies del padre, implora perdón, empieza a confesar lloroso sus pecados ... Pero el padre no lo consiente: lo toma entre sus brazos con un llanto convulso de viejo. Lo abraza y lo besa. Está loco de contento y manda celebrar fiesta porque ha recuperado a su hijo. Es padre. No le echa en cara sus errores, no le afea su con– ducta. No remueve recuerdos inoportunos. No dice con reticen– cia: «En esto acaban las locuras de la juventud». «¿Para eso querías la libertad?» No le reprocha nada: «Bueno, que sea la última vez». Eso Jo hacemos nosotros, porque somos fríos de corazón, rencorosos, despechados y resentidos. El padre lo olvi– da todo y manda celebrar el festín de bienvenida. Quisiera hacer una llamada urgente, pero llena de inmenso afecto a los pródigos de hoy. Sé que sois muy desgraciados y que os da vergüenza volver. Volved a casa cuanto antes. Hoy mismo. No sabes cuánto sufre tu padre. Si lo ves, no lo reconocerías: no hace más que llorar, ha perdido el apetito y el sueño, ha envejecido prematuramente. Ha perdido hasta las ganas de vivir y va tirando lánguidamente, sin ilusión. Vuelve antes que sea demasiado tarde ... Ya sé que estás confuso. Que los remordimientos de con– ciencia no te dejan dormir. No pierdas nunca la esperanza. Qui– siera gritar con todas mis fuerzas la misericordia de Dios: infi– nitamente mayor que tus pecados es la bondad de Dios que perdona. Aunque hayas cometido los pecados más horribles, las ne– gaciones más dolorosas, las traiciones más cobardes ... , el Padre te espera con los brazos abiertos. Tienes que decidirte hoy mis– mo -ahora mismo- y emprender el camino a casa. Basta con que digas de corazón: «Padre, pequé contra el cielo y contra ti». Y oirás una voz jamás oída que te llenará de un gozo nunca imaginado: «¿Nadie te ha condenado? Pues yo tampoco te con– deno. Vete y no vuelvas a pecar». El padre no sólo perdona al hijo, sino que, además, organi– za una fiesta en su honor. El hijo vuelve a ser hijo con todos los derechos y con todos los honores de familia: el vestido nue- - 61 -

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