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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR tida a la frustración no es por propia voluntad, sino por la voluntad de aquel que la sometió; pero con esperan– za, porque también la creación misma será libertada de la servidumbre de la corrupción para entrar en la liber– tad gloriosa de los hijos de Dios. Pues sabemos que ahora la creación entera gime a una y a una está en dolores de parto. Y no tan sólo ella, sino que también nosotros, los que tenemos las primicias del Espíritu, ge– mimos en nuestro interior aguardando la filiación, la redención de nuestro cuerpo» (Rom 8, 18-23). El cielo -la gloria eterna- ha influido decisivamente en los saltos heroicos a la generosidad y a la vida santa. No es egoísmo. Es sintonía con los designios de Dios, que nos llama a formar parte de las almas de temple para que se hagan violencia y con– quisten esforzadamente el Reino de los cielos. San Francisco de Asís -el hombre más grande y luminoso de la historia- aren– gaba así a sus compañeros: Hermanos, grandes cosas hemos prometido, pero mayores nos las ha prometido El. Cumplamos éstas y aspiremos a aquéllas. Y, en un momento de confidencia personal, confesó el secre– to de su fortaleza y de su heroísmo: Tan grande es el bien que espero, que el penar me es placentero. ¿Qué es el cielo? « ... Ni el corazón humano pudo imaginar lo que tiene Dios preparado para los que lo aman.» Imaginad todo lo bello del mundo, todo lo grato y placen– tero a los sentidos y a las facultades del alma, todo lo exquisito y fascinante, todo lo grande y genial. .. No es más que una ima– gen pálida de lo que ha hecho Dios para sus elegidos. 55 -
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