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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR Bienaventurados vosotros cuando os persigan y digan toda clase de mal de vosotros «por mi causa». - Marchaban alegres ante los tribunales para poder sufrir por Cristo. Si a Mí me persiguieron, también a vosotros. Si alguien me ama, mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él. No temáis, pequeño rebaño, ya que el Padre se ha com– placido en prepararos el Reino. El que escucha mis palabras y las pone en práctica, ése es mi madre, y mi padre, y mi hermano ... CÓMO JUZGA CRISTO El Evangelio nos descubre el corazón misericordioso del Señor. De verdad, sus planes son de paz: no apaga la caña que humea, no apedrea a los pecadores, no es vengativo ni rencoroso. No está con la espada desenvainada para cortar cabezas al pri– mer descuido. ¡Cómo se esponja el corazón cuando le vemos siempre dispuesto a perdonar, a defender y a dar ánimos! Sin embargo, nos encontramos con pasajes que hacen estre– mecer por su dureza. Cristo, que perdona con tanta generosidad los pecados que la sociedad califica de «infamantes», que de– fiende a la pobre mujer adúltera de sus perseguidores, que se invita en casa de Zaqueo, que llama al cobrador de contribucio– nes para que le siga, que da ánimos al buen ladrón en la hora de su agonía ... , usa expresiones durísimas contra los «impeca– bles», los mentirosos, los inauténticas. Le destemplan los peca– dos contra la luz y la verdad. Lo importante para Cristo es el ser, el interior, el corazón. Por eso fustiga con tanto rigor todo lo falsificado, que denota ambigüedad, falsedad, mentira. Ante Cristo no sirven las apa– riencias. Va siempre a cuerpo limpio a la verdad. Su juicio con– tra los fariseos es aterrador. Les llama «hipócritas», «raza de víboras», «sepulcros blanqueados», «guías ciegos» ... Les deja en ridículo ante el pueblo, descubre sus pecados vergonzosos y los emplaza ante el día de la ira. - 39-
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