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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR «Creo que desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.» Cristo tiene todos los elementos de juicio Conoce lo que hay en el interior de cada hombre: Cono– ce a cada uno por su nombre, por su historia personal, hasta los mínimos acontecimientos de su vida. No sólo conoce las obras, sino sus motivaciones, sus implicacio– nes, sus consecuencias. Penetra en los fondos más íntimos y secretos del comportamiento y de las actitudes. Adivina y descubre los pensamientos y escudriña el corazón y los riñones. Es un testigo ele vista de toda mi vida. Nada hay ocul– to a sus ojos infinitos. No necesita informarse de nada ni de nadie porque lo sabe todo, lo ve todo, lo oye todo en un fogonazo de divina luz. En un instante, en un abrir de ojos, ve la película de mi vida con su argumen– to, nudo y desenlace. No tiene acepción de personas: Juzga a cada uno según sus obras, sin dejarse llevar por las pasiones que oscu– recen el juicio de los hombres. Premia a los buenos y cas– tiga a los malos, en la proporción justa. Es insobornable: No admite enchufes ni jamones para «aprobar» el examen final o las oposiciones. Juzga a cada uno en conformidad con los talentos recibidos y con el uso que se ha hecho de ellos. Es misericordioso en el sentido más amplio y generoso: Los talentos recibidos son un «don», por lo cual la re– compensa es más generosidad suya que exigencia nuestra. Nos ha perdonado hasta más de setenta y siete veces siete. Por eso le pedimos que nos juzgue no en confor– midad con nuestros pecados, sino con la medida de su misericordia infinita. No quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Es Juez supremo: Su sentencia es definitiva e irrevo– cable: - 37 -
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