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P. CALASANZ NO HAY DERECHO A las «purgas» para suprimir a los enemigos. A los «pactos» para despojar a los pobres. A las «campañas» para desprestigiar a los buenos y eli– minar a los inocentes. A la «venta» del Justo por treinta monedas. A decapitar a los valientes que denuncian situaciones vergonzosas o conductas escandalosas: « No te es lí– cito ... ». NO HAY DERECHO ... Y a pesar de esas tormentosas pesadillas que entenebrecen la historia de la humanidad, la JUSTICIA existe porque el hom– bre clama por justicia desde lo más íntimo de su ser. Es una exigencia que Dios mismo ha puesto en la conciencia del hom– bre, creado a su imagen y semejanza. Luego si no existe la jus– ticia, Dios se ha burlado miserablemente de los hombres. Habría puesto en la naturaleza una exigencia sin posibilidad de cum– plimiento. Dios habría defraudado a la humanidad ... La justicia es necesaria. La JUSTICIA existe. Pero su Reino «no es de este mundo». No es de este mundo, ni de esta hora, ni de estos hombres. Sólo Dios es infinita y misericordiosamente justo. Sólo Cristo, a quien Dios dio el poder de juzgar, podrá hacer resplandecer la justicia. Pero no ahora, que ha dejado el mundo a las discusiones de los hombres, sino a su tiempo: En el «encuentro» personal con cada uno de nosotros, al fin de la vida. En su manifestación gloriosa a todo el universo, en el Juicio final. CRISTO ES JUEZ DE VIVOS Y MUERTOS Cristo ha sido constituido Juez de vivos y muertos por el Padre. Se le ha dado todo poder en los cielos y en la tierra. 36 -
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