BCCCAP00000000000000000000337
P. CALASANZ importante en el mundo -lo más importante en el mundo- es conseguir la vida eterna. En este contexto, el programa de Cristo es urgente: Renunciar a los deseos mundanos y llevar una vida sobria, justa y piadosa. LA MUERTE NO ES ALGO QUE PASA. Es ALGUIEN QUE LLEGA Existencialmente, la muerte es un fenómeno doloroso y con– movedor. La muerte es «el máximo golpe al sentimiento natu– ral», un acontecimiento desconcertante y abrumador. Es «el vér– tice del enigma de la condición humana» que, sin fe, destempla y aterra: « ... lo que tortura al hombre no es solamente el do– lor y la progresiva disolución de su cuerpo, sino tam– bién, y mucho más, el temor de un definitivo aniquila– miento ... » (Gauclium et Spes, 18,1). «La semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irre– ductible a la sola materia, se subleva contra la muerte, y todos los esfuerzos de la técnica moderna, por muy útiles que sean, no logran acallar la ansiedad del hom– bre: pues la prolongación de una longevidad biológica no puede satisfacer ese hambre de vida ulterior que, ineluctablemente, lleva enraizada en el corazón» (ibíd.). El hombre pagano «desacraliza» la muerte. Llora sin esperanza: la muerte es túnel sin salida. El cristiano llora a sus seres queridos, pero «con esperanza». Tiene la certeza de que posee un alma inmortal y un destino feliz que «sobrepasa las fronteras de la mísera vida terrestre». Con Cristo vence a la muerte, porque Cristo ha resucitado y el creyente resucitará con El. La muerte no es estación terminal, sino el principio de una vida nueva. La muerte no es algo que acontece. La muerte es Cristo re– sucitado que nos sale al encuentro para conducirnos sobre sus hombros de Buen Pastor al banquete del Reino. - 32 -
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz