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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR Veremos a Dios cara a cara, con nuestros ojos transfigu– rados y el corazón lleno de la perfecta felicidad. Santo y bueno es meditar la brevedad del vivir. Mas tampoco hay que olvidar que hemos de resucitar para nunca más morir. La muerte nos descubre la dimensión escatológica del Reino. La vida huma es existencialmente peregrinación. Como decía Santa Teresita: La vida es tu bajel, no tu morada. Cristo denuncia la insensatez de proyectar una vida confor– table, descaradamente materialista, instalándose en este mundo como lugar definitivo, sin contar con Dios que es quien dice siempre la última palabra. ¿Para qué amontonar riquezas, para qué planificar la felicidad grosera y grasienta de las pasiones, si la muerte puede fulminarte hoy mismo? « Insensato, esta mis– ma noche vas a morir. ¿Para quién será todo lo que has amon– tonado?» Es triste, pero se impone como una cruda realidad. La mayor parte de los hombres -aun los creyentes- viven «despreocupados» de lo esencial, como si no fueran a morir. Veamos lo que pasa. ¿Cuáles son los problemas que angustian a los hombres? ¿Qué les quita el sueño? ¿Qué persiguen con más afán? ¿A qué dedican la mayor parte de su tiempo? ¿Qué valoran más en esta vida? En la lucha por la vida lo que cuenta es lo material, lo ren– table, la ambición, el egoísmo, el goce de los sentidos, el con– fort, el dinero, la fuerza, el poder, las cosas de este mundo. Gran parte de nuestros hermanos están trabajando para el enterrador. .. Dios, el alma, la gracia, la vida eterna, no les quitan el sueño. Y, sin embargo, Dios es el único valor absoluto y lo más -31 -

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