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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR La negación de Dios es una «asignatura» clave en las aulas antiteístas. En las guarderías infantiles hay una estrategia vil de persecución de lo religioso: cancelación de signos, prohibición de rezos, burlas de lo sagrado, befa de las prácticas religiosas. ¡A qué grado de envilecimiento del hombre llegan los pueblos «civilizados» por sus prejuicios irracionales contra Dios! Es una campaña innoble, violenta y descarada: El «maestrillo» de escuela dirá con ironía que la religión es superstición y fanatismo, ridiculizando la creencia en Dios. El médico ateo dirá con insolencia que nunca ha encon– trado a Dios ni un alma inmortal en la punta de su bisturí. El astronauta proclamará públicamente que no vio a Dios en el espacio. El científico ateo dirá que todo es materia, energía y evo– lución, y que Dios es un «recurso» anticientífico. El pensador afirmará que la religión es el «opio del pueblo», una «alienación» o una falsedad. No es el pecado del paraíso. Es inmensamente peor. La tentación de endiosamiento supo– ne una alta valoración de Dios: el hombre quiere ser como Dios. Nos hallamos aquí ante una «meta-tentación» -Juan Pa– blo II- que consiste no en una rebelión contra Dios, sino en la destrucción de Dios en nombre del hombre. Es un pecado gravísimo, de autodestrucción, ya que el hombre sin Dios se queda sin razón de ser. ¿Cómo es posible este rechazo ele Dios? Por una mal-configuración ele la inteligencia.-La exis– tencia de Dios es una verdad de razón. Por tanto, son «inexcusables» quienes no se elevan a Dios por sus hue– llas y vestigios en el mundo visible, creado por Dios. Es de razón la contingencia del ser creado, su radical incon- - 23 -
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