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P. CALASANZ - Cristo nos habla de los presupuestos de esta rehabilita– ción redentora y nos ofrece un programa límpido de vida cristiana. Nos enseña con «humanidad y benignidad». En primer lugar, nos pone en guardia contra el mal del mundo, que es el lastre que dejó en nosotros el pecado original: • El hombre redimido tiene que renunciar al pecado de impiedad, que es un rechazo de Dios. • Debe renunciar asimismo a los deseos mundanos, tan fascinantes para el hombre carnal que llevamos den– tro y actúan como quinta columna aliados con el ene– migo. e Esta renuncia exige un estado permanente de vigilan– cia y oración para no ser sorprendidos por el tentador. En plan positivo, nos ofrece un programa de acción estimu- lante: Fisonomía del hombre «nuevo», del Pueblo peculiar del Señor, renovado, purificado y fervoroso. Este hombre «nuevo» debe vivir «sobria, justa y piado– samente». - Como peregrino de Dios y hacia Dios. - En tensa expectación de la vida futura y de la venida gloriosa de Jesucristo. (Carta a Tito, 2,11-14) PUNTOS PROGRAMÁTICOS Dios es el único valor absoluto: Concepto de criatura y de filiación. Cristo es el Redentor y Salvador: el cristiano se ha comprometido a seguir a Cristo y a ser su testigo en medio del mundo, en este momento de la historia. En la jerarquía de valores, lo más importante es el Reino de Dios, y su justicia, la vida en amistad con Dios, la experiencia de Dios, la gracia, la justicia. El hombre ha sido creado para el -16-

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