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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR punto de dejarse manipular y dirigir como las marionetas de feria. Sin Dios, los derechos humanos son papel mo– jado. El humanismo pagano en todas sus formas -materialismo, agnosticismo, hedonismo, escepticismo, ateísmo- «deshumani– za» al hombre y deja sus raíces en el vacío ontológico y moral. Los humanismos necesitan un punto de apoyo frágil e incon– sistente, al descartar a Dios. Por eso suelen degenerar en «fana– tismo», adorando falsos ídolos, como la razón, el dinero, el poder, la fuerza, la ciencia, el progreso, la autonomía absoluta de la libertad. Pero al carecer de bases, todas las estructuras se derrumban como un edificio construido sobre arena. El progreso y la téc– nica han dado como fruto del mal un tipo de hombre «amena– zado», «alienado», «hastiado», «desesperado». Y en el plano ético, todas las perversiones imaginables. Es el panorama que describe con realismo estremecedor Juan Pablo II en la Redemp– tor Hominis y en la Conferencia de Puebla: «Esta dignidad (del hombre) es conculcada, a nivel individual, cuando no son debidamente tenidos en cuen– ta valores como la libertad, el derecho a profesar la religión, la integridad física y psíquica, el derecho a los bienes esenciales, a la vida... Es conculcada, a nivel social y político, cuando el hombre no puede ejercer su derecho de participación o es sujeto de injustas y legí– timas coerciones o sometido a torturas físicas o psíqui– cas, etc.» «REDEMPTOR HOMINIS» La antropología cristiana responde adecuadamente a todas las preguntas fundamentales sobre el hombre. Sobre el hombre concreto, histórico, de carne y hueso. Es, por tanto, una visión realista de todos los elementos esenciales del problema: - 13 -

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