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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR Dios Padre nos libra de la preocupación «excesiva», de la angustia depresiva y de todas las formas de la desesperanza, del stress y del miedo. «Si mi padre humano pudiera, me daría todo lo me– jor.» Y si vosotros, que sois «malos», dais lo mejor a vuestros hijos ... , ¡cuánto más el Padre celestial! Sentido de filiación divina en todas las manifestaciones de la vida. Con este espíritu se descarta el peligro de divorciar religión y vida, creencias y comportamiento, mentalidad y conducta. El cristiano es un hombre abier– to, comunicativo, expansivo y conciliador. Está siempre dispuesto a dialogar y a compartir los bienes de todo orden -material, intelectual, espiritual- que Dios le dio. La presencia de Dios, apasionadamente amado, Je lleva de la mano a la presencia del «otro», renunciando al egoísmo y a los «intereses creados». Alegría contagiosa, porque «servir a Dios es reinar». El cristiano está obligado a dar un testimonio personal y co– lectivo de que la vida es bella viviendo intensamente, con armonía, con gracia, con santa libertad, con entusias– mo y con coraje sus compromisos religiosos y los com– promisos temporales. La «perfecta alegría» consiste en superar las pruebas físicas -el frío, el hambre, el cansancio- y las pruebas morales -el desprecio, el insulto, las palizas- por Amor de Dios, cantando ... Constante acción de gracias, como reconocimiento por los dones de naturaleza y gracia recibidos. Todo en la vida es don y gracia de Dios. Es emocionante glorificar a Dios por las grandes maravillas que ha hecho en nos– otros: Dios nos dio el ser y la vida, el don de la fe, esta divina inquietud que desasosiega y estimula, la satisfac– ción de obrar el bien. Pero, sobre todo, nos dio a su propio Hijo: -9-
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