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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR Nos hemos levantado temprano para cantar a la Virgen por nuestras calles y para vivir intensamente la Misa par– ticipada, con profundidad, sin prisas. Hemos dedicado grandes espacios de tiempo a la refle– xión, a la meditación y a la revisión de vida. Hemos rezado juntos, hemos cantado juntos, hemos con– fesado y comulgado juntos, como hermanos. Nos hemos comprometido a vivir «sobria, justa y piado– samente», esperando la venida gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo. Nos hemos convencido de que lo más bello y grande del mundo es el grande y bello Amor que Dios nos tiene y el apasionado Amor que sentimos por Dios. Ya no hablamos de oídas o desde una perspectiva teórica. Lo hemos vivido en una experiencia personal y colectiva. ¿Por qué no prolongar esta experiencia de unos días a todo el tiempo de nuestra vida? Pensamos en el mañana con optimismo y con esperanza. Sin embargo, no podemos dejarnos adormecer en la euforia de estos momentos de entusiasmo. Hay que contar con la expe– riencia de la propia fragilidad y con todos los riesgos que supone para vivir cristianamente el ambiente mundano que nos rodea. Por eso queda flotando en el aire una pregunta que ensom– brece el horizonte de nuestros compromisos: ¿Qué quedará ma– ñana de esta floración primaveral de vida cristiana? LA «PARÁBOLA DEL SEMBRADOR» Salió el sembrador a sembrar... Parte de 1a semilla cayó ;unto al camino, y vinieron los pája– ros y se la comieron. Es la actitud de rechazo ante la Palabra. No hay posibilidad de germinación por falta de «receptibilidad». La conciencia se endurece y el Men– saje rebota, sin arraigar. - 167

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