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P. CALASANZ crificio de la Misa sintetiza el las actitudes y el comportamiento del cristiano, porque es ... : Lautrético, de adoración y alabanza, enraizado en el más hondo sentido bíblico y en las puras esencias francisca– nas. Toda la Creación, limpia de mancha y de pecado, queda «reinstaurada» en Cristo como alabanza de su gloria. En la Misa es Cristo mismo quien tributa al Padre «todo el honor y toda la (San Francisco: Cántico del Hermano Sol). Eucarístico, de acción de gracias. El cristiano es un mi– llonario de gracias divinas. Todo en la vida es don de Dios. La vida del cristiano debe ser un Magníficat inin– terrumpido, porque «ha hecho obras grandes en mí el Todopoderoso». En la Misa es Cristo quien da gracias «por-en» nosotros (cfr. La Eucaristía como «l'\llesa» del Señor). Impetratorio, de oración y súplica. Para orar «como con– viene» y «sin desfallecen> y «alcanzar todo lo que pida– mos al Padre» en nombre de Jesús, no hay como la Misa. Cristo ora «en-por-para» nosotros. Satisfactorio, para expiar los pecados propios y los de toda la humanidad, para «restituir el hombre y el mun– do a Dios por medio de la novedad pascual de la Re– dención». El santo sacrificio renueva la «entrega» de Cristo en «rescate» de muchos y el derramamiento de Sangre para el perdón de los pecados. Y nos hace profundizar en el «misterio» del dolor humano y cristiano. Estamos «completando en nuestra carne lo que falta a la pasión de Cristo», «nos gloriamos en la Cruz de Cristo». Esta participación se expresa simbólicamente en la presentación de ofrendas y sacri– ficios espirituales, porque el sacrificio de Cristo es tam– bién el nuestro. Cristo nos reconcilia con el Padre como «mediador - 164 -

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