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CRISTO, PROTAGONISTA DE tA MISÍON POPUtAtt otros. El sacrificio de Cristo se ofrece una sola vez, puesto que ha padecido una sola vez para redimirnos. Con esta muerte nos ha hecho herederos de la gracia y de la salvación eterna (Carta a los hebreos). Cristo se ofreció una vez para perdonar los pecados de todos. En la Misa se renueva el «mismo y único» sacrificio de la Cruz: El verdadero oferente es Cristo. La víctima es Cristo. El valor es infinito. La aplicación es la misma: para borrar los pecados de todos. La esencia del sacrificio toma todo su contenido y su relie– ve en las palabras de la «institución» de la Eucaristía. Aun en su dimensión de sagrado banquete, Cristo se ofrece como ali– mento y ofrenda «sacrificial»: «Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuer– po, que será entregado por vosotros» (la entrega es un elemento expresamente sacrificial). «Tomad y bebed, porque éste es el Cáliz de mi San– gre ..., que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados» (el derrama– miento de sangre es específico del sacrificio). Como decía expresivamente el P. Aldama: «La forma de la consagración 'por separado' tiran a matar». Realmente, estamos ante el anuncio de la muerte de Jesús, que se realiza de un modo incruento, como renovación del sacrificio de la cruz. La Cruz, como dijimos, es la cumbre de la existencia cris– tiana. El sacrificio de la Misa -la Cena, la Cruz, la Eucaristía– es la plenitud de Cristo y del «compromiso» cristiano. El sa- - 163 -
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