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P. CALASANZ - El pueblo, azuzado y manipulado, pide la muerte del J us– to. Y Cristo se entristece y grita a ver si es posible que pase este Cáliz. Es el «misterio de la iniquidad». Es la hora del mal y el poder de las tinieblas. Es como una pesadilla atroz. Cristo lucha dramáticamente contra el mal y empieza a su– dar Sangre ... Por entre las espinas de la corona, la Sangre humedece su cabeza y empapa su frente. Los azotes del flagelo abren surcos de Sangre en su carne. Los clavos hacen brotar la Sangre en sus manos y pies. Con la lanzada brotan de su Costado agua y Sangre ... Es el misterio de la misericordia y del Amor de Cristo: Hemos sido comprados con su Sangre ... Es el misterio de iniquidad, junto al misterio de la infinita bondad: No perdonó a su propio Hijo, sino que le entregó por todos nosotros. Cristo se sometió por nosotros a la muerte, y una muerte de Cruz. . . . MEMORIAL DE SU PASIÓN La Eucaristía «recuerda» la memoria de su pas1on. No es solamente un recuerdo histórico. Es, ante todo, una «renovación» mística, pero real, del mismo sacrificio de la Cruz. Cristo es el Sacerdote Sumo de esta Misa. Con su Sangre quedan abolidos todos los sacrificios de la antigua Alianza. Con su sacrificio consigue «la liberación eterna». Cristo Jesús es el «sacrificio sin mancha» que purifica nuestra conciencia y nos lleva al culto del Dios vivo. Como Sacerdote, es el «mediador» de una Alianza nueva que nos reconcilia con el Padre, porque con su sacrificio «destruye» el pecado e «intercede» por nos- - 162 -

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