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P. CALASA.NZ «VÉRTICE DE LAS FLORES» La Eucaristía es la plenitud del ser cristiano. Es el sol de la existencia cristiana en torno al cual gira todo. La vida sacra– mental es la expresión más perfecta de la vida en Dios. Y el centro de los Sacramentos es la Eucaristía, en la que se nos da el mismo Cristo. La predicación de la Palabra es camino para la fe en Cristo. Los Sacramentos significan y dan la gracia o la aumentan. La Eucaristía es Cristo vivo, que nos reparte el Pan y nos da a beber del Cáliz. «Dios está aquí».-En la Eucaristía está Cristo, «real, ver– dadera y sustancialmente presente». Cristo Jesús, el Hijo de Dios vivo, permanece con nosotros bajo las sagradas especies del Pan y del Vino. Con los ojos del Amor lo descubrimos Dios vivo y verdadero en la penumbra del Sagrario y escuchamos con nitidez la invitación a estar con El, a visitarlo para conversar con El como con un amigo, a abrirle el corazón de par en par. «El Maestro está aquí y te llama» Es un «misterio de fe». Nos engañan los sentidos, renunciamos a las evidencias de los sentidos para captar las realidades de la fe. La vista, el oído, el tacto, son frágiles. La certeza de fe es robusta e inconmovible. Es signo de unidad. La «fracción del Pan» nos une en comunión con todos los que participan en la misma Mesa y nos pone en camino para lograr la unión de todos los cristianos porque hay un solo Bau– tismo, una sola fe y un solo Señor. Nos unimos a la celebración festiva de la Eucaristía como Pueblo de Dios y nos duele el «escándalo» de la desunión. Es «congregación» en el amor de Cristo. Canta la liturgia del Jueves de la Eucaristía: Nos ha congregado en la unidad el Amor de Cristo. - 158 -

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