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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR vida eterna; descubrir, por los signos y milagros, que Jesús es el Hijo de Dios quedarse con Jesús por sus obras. Lo decisivo es buscar a Jesús por sí mismo y seguirle porque tiene palabras de vida eterna y poder para resucitar en el último día (Jn 6,22-71). PROMESA DE LA EUCARISTÍA Díjoles Jesús: «Yo soy el Pan de vida; el que viene a Mí no ten– drá hambre, el que cree en Mí no tendrá sed jamás.» « Yo soy Pan que ha bajado del cielo.» f esús compara y contrapone las dos clases de pan: el maná y el Pan eucarístico. El maná, llovido del cielo sobre el desierto, era un pan para saciar el hambre corporal. Era un alimento físico para robustecer al pueblo elegido en su marcha. Era un pan que no preservaba de la muerte: « Vuestros padres comie– ron el maná y murieron». Cristo es el Pan de vida. Es un Pan que robustece el alma. Es un Pan para el hombre, hambriento de Dios, sediento insa– ciable de Dios. Los alimentos humanos no pueden llenar el vacío del alma, que está hecha a la medida de Dios. Por eso hay tanta desazón, incertidumbre y amargura en los que almacenan riquezas y banquetean opíparamente. Esa hambre profunda y casi infinita que desarbola al hombre y lo tiene insatisfecho es hambre divina, hambre y sed del Cuerpo y la Sangre de Cristo: «Si alguno come de este Pan vivirá eternamente, y el Pan que Yo daré es mi Carne para la vida del mundo.» La Carne de Cristo es verdadera comida. La Sangre de Cristo es verdadera bebida. ¿Cuál es la reacción de los discípulos ante el misterio mara– villoso del banquete divino? ¿Qué piensan los hombres de la más bella expansión de Amor que «revoluciona» la historia de ]a humanidad? - 153 -

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