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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR El bautizado muere con Cristo al pecado, renuncia solemne– mente a Satanás y a su mundo diabólico para seguir a Cristo. Renuncia al mundo en todo lo que es hostil a Cristo: sus crite– rios, sus juicios, sus valores, sus pompas, sus estructuras peca– minosas. Renuncia a la «mundanidad» no como espacio histó– rico: el cristiano vive en el mundo, sino como ámbito de peca– do: el cristiano «no es de este mundo». Y renuncia a la concu– piscencia de la carne con sus leyes y con sus exigencias des– ordenadas. El bautizado hace las «promesas del Bautismo», proclamando su fe en Dios Creador y Padre; en Cristo Redentor y Salvador; en el Espíritu Santificador y «dador de vida»; en la Iglesia: una, santa, católica y apostólica; en la comunión de los santos; en la resurrección de los muertos, y en la vida eterna. El cristiano se «compromete» a conservar pura la vestidura de la gracia, a conservar y propagar la Luz de Cristo, a escu– char con docilidad y entusiasmo 1a Palabra de vida eterna, a ser luz y sal, a comportarse siempre como corresponde a su gran dignidad de hijo de Dios. Los padres son los primeros formadores de la fe. En un ambiente de serena, profunda y contagiosa piedad deben prepa– rar a su hijo para una opción personal -por convicción y ma– durez- por Cristo. I I. CONFIRMACIÓN El niño va creciendo física y espiritualmente. Necesita una alimentación sólida, rica en vitaminas y proteínas, para desarro– llarse y fortalecerse. La transformación corporal lleva consigo un cambio psíquico y, ya en la pubertad, el descubrimiento progresivo del mundo, el sentido crítico y la problemática del sexo. En esta situación nueva, Cristo sale al encuentro del joven con una gracia sacramental de resistencia, de firmeza, de ple– nitud. Le envía su Santo Espíritu para «confirmarlo» en la fe y en los compromisos jurados en el Bautismo. Ya está capacita– do -y, por tanto, obligado- para ser testigo de Cristo, de su - 127 -

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