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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR Ley. Se trata de un título externo, legal: la adopción jurídica del niño según la normativa de las Leyes. Esta adopción no cambia la realidad, invariable desde el punto de vista biológico: el niño lleva sangre extraña en sus venas. Entra con todos los derechos de la legislación, como son los apellidos, la herencia ... , pero sigue siendo un extraño. La adopción divina es infinitamente mejor. La renovación es tal que el hijo de ira se convierte «interior– mente» en hijo de Dios por la gracia, que es la vida divina. El hombre pecador se convierte en el hombre justificado, en un verdadero «santo». El cristiano no es un advenedizo o un extranjero acogido benévolamente a la mesa familiar. Es un verdadero hijo, un miembro de la familia con todos los derechos y deberes. Por sus venas corre la misma sangre, la misma vida divina, de los hijos. Por eso, porque es hijo, en el sentido hondo de la palabra, es confirmado como heredero y coheredero del Reino con Cristo, el Hermano mayor. La gracia es la semilla de la vida eterna. Ser confirmado en gracia es ser confirmado en gloria. Todos los elementos del organismo sobrenatural, que llega– rán a su plenitud en la reinstauración de todas las cosas en Cristo, en su glorificación definitiva, estaban ya latentes en la semilla divina de la gracia. Se siembra el grano de trigo y se cosecha la espiga madura. Se siembra la semilla de la gracia y se cosecha la vida eterna. «SIN Mí NO PODÉIS NADA» Ya hemos visto la nulidad ontológica de la criatura. En una perspectiva natural, el hombre, creatura de Dios, está religado ontológicamente a Dios. La precariedad y fragili– dad de la creatura es tal que necesita de Dios como soporte esencial y existencial de su ser. «En El nos movemos, somos y existimos.» El ser «nada» lleva consigo la incapacidad más radical, la impotencia absoluta para todo en el orden sobrenatural. En este - 119 -

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