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CRISTO, PROTAGONISTA DE LA MISION POPULAR obra de su creación hermosa invitando al hombre a participar y a compartir. Y esta participación es tan inmensa y maravillo– sa, que nos integra en la misma vida divina como miembros de su familia, como hijos de su propia sangre. Somos en reali– dad «partícipes de su misma naturaleza divina». El misterio y la maravilla de la gracia es que Dios quiere que nos llamemos, y «lo seamos de verdad», hijos suyos. Porque nos ama como a hijos, Dios envuelve en su miseri– cordia y en su ternura a sus elegidos en todo el ámbito de la creación y de la redención, de la historia personal y colectiva. Dios se desvela por su Pueblo como grupo humano titular de sus promesas y por cada uno de los hombres, porque cada uno ha sido elegido personalmente para conformarse a la imagen de su Hijo. Cada elegido es amado personalmente porque lleva los rasgos de familia del Hijo muy amado. Gracia significa integración en el destino histórico y escato– lógico de Cristo Jesús, que se ha convertido en vida, paz y re– surrección nuestra. Gracia son los gestos y los rasgos de Amor, de misericordia y de perdón de Jesús. Son los «designios» ma– ravillosos, los planes de salvación de Jesús sobre cada uno de nosotros, con una cantidad enorme de matices sorprendentes y sobrecogedores: Ser grato a Dios. Hallar gracia ante los ojos de Dios. Vivir en la gracia de Dios. Responder a la gracia de Dios. Las palabras más hermosas son damas de honor de la gracia. La libertad no se realiza en plenitud más que en el Reino de la gracia de Cristo, que nos libera de todas las esclavitudes, empezando por el abuso egoísta de la propia libertad. Como decía el filósofo y poeta español: No grita libertad más que el esclavo. Por eso acudía a Cristo implorando salvación. La plenitud de la maternidad es Dios, que tiene entrañas maternales y un «rostro materno», como se lo figura el teólogo franciscano. Cristo es «nuestra paz». En El descansa nuestra - 115 -

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