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P. CALASANZ Mi Padre Dios es el más bueno, el más inteligente, el mejor, el más perfecto. Me gusta todo lo que me dice, aplaudo todo lo que hace, me encantan sus «proyectos», aunque, la verdad, mu– chas veces me resultan misteriosos. El gran ideal de mi vida es: «Parecerme» a El. Copiar sus gestos. Imitar sus acciones. Ser fuerte y cordial, compasivo y enérgico, sabio y sen– cillo, fiel y magnánimo. Ya sé que es imposible, pero lo intentaré porque lo quiere así mi Señor Jesús: «Sed perfectos, como el Padre celestial es perfecto». La experiencia ele mi Padre Dios me llena ele santo orgullo, ele libertad y coraje, de seguridad y gozo, pero ... me quita el sueFzo. ¿Qué hacer para ser digno ele mi Padre Dios? Un grupo de escritores famosos ha participado en un con– curso original. Se trataba de elegir las diez palabras más bellas de la lengua castellana. Según el fallo del jurado, «miss pala– bra» son las siguientes: libertad, madre, paz, esperanza, amor, mar, azul, Dios, belleza y amistad. Los ilustres miembros del jurado han olvidado la palabra «reina» por su eufonía y por sus sugerencias semánticas. La palabra más bella del idioma español es «gracia». Es la reina indiscutible por su densidad metafísica, por su esplendor teo– logal, por su donaire físico. Gracia es luminosidad, alegría, ele– vación, ternura. Las palabras elegidas en el concurso son, cuando más, damas de honor de la gracia, que es Dios. Dios es Amor. Dios es infinito Amor que se comunica y se difunde en la - 114 -
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