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MAGNITUD DEL ESFUERZO MISIONERO DE ESPANA y ordinario: el de confiar cada misión a una Providencia de terminada de la Orden, dejando a su cuidado tanto el envío de miSioneros como la ayuda económica a la misión. No debemos extrañarnos, pues, de que el número de capu– chinos en América sea en los siglos XVII y XVIII muy inferior al de los demáS religiosos, a pesar de que en la actividad mi– sional propiamente dicha no tengan que ceder a ninguna otra Orden;. era norma de conducta expresamente pretendida la de mantener reducido el número de misioneros, para evitar el pe– ligro de fundaciones estables. Una vez que un religioso por razón de su edad o de su falta. de salud o -de espíritu no era de provecho en la misión, se· rein– tegraba a su Provi_ncia de la metrópoli; y todos tenían de– recho a volverse pasados los diez años en Indias. La primera Provincia que puso pie en América fué la de Andalucía -con su intentada fundación entre los ·indios de Urabá en 1647, al fracasar la expedición de Guinea por causa de los portugueses. Pocos meses después llegaban al Darién los capuchinos de la Provincia de Castilla dirigidos por fray Francisco de Pam– plona, después de vencer la resistencia del Consejo. Esta misión estaba también destinada a desvanecerse por dos veces. En 1649, bajo la dirección asimismo de fray Francisco de Pamplona, tocaba la vez a la Provincia de Aragón, que después de algunas peripecias y de una breve interrupción forzada, logró establecerse definitivamente en Cumaná. A los aragone– seS se unieron luego los andaluces, a quienes en 1676 se asignó separadamente el territorio de los Llanos de Caracas y_ Bari– nas, logrando esta vez el éxito de una fundación permanente. En 1678 llegaron a América los capuchinos de la Provin– cia de Cataluña, y en 1687 tomaron a su cuidado las misiones de la isla de la Trinidad y de la Guayana, donde emprendieron las reducciones con extraordinarios result'ados a parti~ de 1724. A los capuchinos de la Provincia de Valencia, que ya co– laboraban con los aragoneses en Cumaná, les cupo en suerte en 1694 la nueva misión de Sania Marta, Río Hacha y Maracaibo. Y de esta forma, al :finalizar el siglo xvn, alineábanse en cerrada formación las cuatro Provincias capuchinas a lo largo de la costa venezolana, progresando· sin cesar hacia el interior. - 165 -

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