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LÁZARO DE ASPURZ, O.F.M. CAP. los grandes obispos misioneros, fueron bastante nwnerosos los clérigos anónimos que se consagraron al ministerio de los in– dios en las doctrinas y conversiones. Era norma del gobierno que a medida que se realizaba la cristianización de los pueblos de indios, fuesen pasando de las manos de los religiosos a las del clero secular mediante la fundación de parroquias ( un decreto de 1713 disponía que ei traspaso se efectuase a los diez años de completada cada re– ducción), lo cual nunca se hacía sin pesadumbre de las Orde– nes religiosas, no sólo porque esto equivalía a privarlas del provecho temporal fruto de sus fatigas, sino porque ordinaria– mente traía consigo la ruina de toda su obra de varios dece– nios. Así, para citar algunos casos, a principios del siglo XVIII, completada la cristianización de la isla de la Trinidad por los capuchinos catalanes, hízose el traspaso al clero secular; pero en 1732, en vista de que ni un solo clérigo conocía la lengua de los indios ni había esperanza de que la aprendiesen, hubo de pensarse de nuevo en los capuchinos (61). E;. 1712 y 1733 se dió orden de que las florecientes doctrinas de los capuchinos aragoneses de Cumaná pasasen al cuidado de clérigos secula– res; a los pocos años la mayor. parte de los indios, ya cris~ tianos, habían vuelto a las selvas de donde con tanto trabajo se los había sacado; por fin en 1753 una cédula real obligaba a los capuchinos a tomar de nuevo a su cargo los pueblos casi desiertos ' 6 ". Asimismo en 1771 los capuchinos andaluces hi– cieron entrega de seis doctrinas con 3.000 indios civilizados al clero secular en sus misiones de los Llanos de Caracas; al cabo de cinco añ9s la ruina era completa y se hacía necesaria la reanudación de las reducciones < 53 ). La ocasión suprema se ofreció al clero secular cuando, ex– pulsados los jesuítas, Carlos l!I se esforzaba seriamente · por sustituirlos debidamente en las misiones abandonadas por ellos. No se quería echar mano de las Ordenes religiosas, porque tam– poco ellas eran de la devoción de los ministros, y se pretendió poner las bases para una nueva institución que abriría al clero (61) P. FROYLÁN DE RI0NEGR0, O.F.M.CAP, Relaciones de las Misiones de los PP. Ca– puchinos en Venezuela, II, Sev1Ua 1918, 237-240. (62) P. FROYLÁN DE RIONEGRO, O.F.M.CAP., Misiones de Ws Padres Capuchinos Documentos: 1646-1817, Pontevedra 1930, 168-206. (63) RI0NEGR0, ibid., 155. - 128 -

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