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MAGNITUD DEL ESFUERZO MISIONERO DE ESPAÑA misiones. desde 1605, número que perduró hasta la expulsión de la Compañía de Jesús, y como para entonces los mercedarios ya habían cesado casi por completo en su ~ctividad evangeli– zadora C5S>, a los .ojos del Consejo volvieron a reducirse a cuatro, o. más bien a tres con sus correspondientes reformas. Al acordar en 1782 se pidiese al Rey que, en vista de la necesidad de mi– sioneros y de la -dificultad de reunir en España fas expediciones, se abriesen de nuevo los noviciados, el Consejo sólo enumeraba «las Religiones de san Francisco: observantes, descalzos y ca– puchinos, de dominicos y agustinos: calzados y recoletos», y de ellas solamente se habían de despachar expediciones en adelante < 59 >. Tales fueron, en líneas· .generales, las vicisitudes· por que pasó el ejército misionero de España. Aún habría que incluir la aportación del clero secular, que no fué despreciable, si bien escasamente llenó las esperanzas que varias veces se pu– sieron en él para la labor misional propiamente dicha. Los miembros del clero secular -nunca pasaron en concepto de mi– sioneros', por cuenta de la hacienda real, sino como pasa jeras comunes y a su propia costa. En el breve gobierno de la emperatriz Isabel durante la ausencia de Carlos V ( 1529-1533), tan fecundo en provechosas iniciativas de carácter misional, nos hallamos con el• primer llamamiento al clero secular a tomar parte en la evangelización de los indios. Es ,una circular de la emperatriz de 22 de enero de 1532 al arzobispo de Toledo y a otros obispos pidiéndoles noticia de los eclesiásticos de sus diócesis de virtud y buena conducta que .se ofrezcan a pa_sar a Méjico para emplearse en la conversión de los naturales, ofreciéndoles pasaje por cuenta de la hacienda real como a verdaderos misioneros <Go). De hecho no faltaron valiosas vocaciones misioneras illdi– viduales, ni fué el beato Juan _deAvila el úniCo que se sintió movido a emular el celo del clero regular. Aun sin hablar de (58) En sustitución de' los jesuitas recibieron en el Paraguay diez reducciones que atendían a fines del siglo XVIII (MAAs, Las Ordenes reLigiosas, XIX, 41). De hecho desde mediados del siglo XVII habían cesad6 ya las expediciones propiamente misioneras de los ·merceda?ios españoles, y solamente iban pasando religiosos ais– lados en calidad de Visitadores, Vicarios Generales, Secretarios, Lectores, ecétera (PÉREZ, o.e., 2. • parte. Sevilla 1923). (59) MA.AS , l.c., XVIII, 4.55. (60) A.G.I., Indiferente General, 422, 15, f. 111: Colección de Documentos Iné– ditos para ia Hist. de España, I. Madrid 1842, 379s. - 127 -

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