BCCCAP00000000000000000000320
Típicos indios Waraos. Allí comenzaron a llover calumnias y difamaciones sobre los Misioneros por parte de los explotadores de los indios. Veían en la obra misionera un obstáculo para sus bastardos inte– reses y se propusieron ahogar la Mi– sión en sus mismos comienzos. El antiguo ranchero, engañando a los indios, se había introducido en el mismo centro de las rancherías donde se pretendía fundar la reducción mi– sional. Ante la campaña difamadora, y las amenazas y peligros a que es– taba expuesta su vida, el Misionero, con gran dolor y pesadumbre, tuvo que abandonar el proyecto y buscar otro lugar donde trabajar con el mis– mo interés e idéntico esfuerzo, pero con más esperanza y menos peligro. NUEVA FUNDACION. LOS INDIOS BUSCAN AL MISIONERO Después de nuevas exploraciones y estudios de la zona, se decidió situar la nueva fundación misional en la ranchería de «Osibukajunoko» que, con el tiempo, habría de llegar a ser el gran Centro Misional de «San Fran– cisco de. Guayo». Era en el mes de junio de 1942. . ¡Qué contraste! Los indios de esta zona habían llegado allí huyendo de los Padres Misioneros de Araguaimu– jo que intentaban civilizarlos. Ahora, eran los mismos indios los que busca– ban al Misionero y le ofrecían su 84 Rancho, agua, selva e indios Waraos. ayuda y colaboración para el des– arrollo de sus planes. El primer rancho ocupado por el Misionero fue una choza-palafito en las márgenes del caño «Guayo» que, por su proximidad al mar, sus terre– nos estaban sujetos al flujo y reflujo de las mareas, siendo, por lo tanto, anegadizos y pantanosos. NUEVA PERSECUCION. «NO QUEDARA NI UN SOLO MISIONERO... » La Misión de Guayo, como casi todas, tuvo en sus principios el signo de la prueba difícil y la contradicción enemiga. Los empedernidos adver– sarios de la Misión que habían obli– gado al Padre a abandonar el primer emplazamiento de «Santa Cruz de Merejina», prosiguieron su campaña encarnizada para impedir la consoli– dación del nuevo proyecto en «Osi– bukajunoko». Varios indios de las rancherías de Murako, Kuamujo y Jobure, previa– mente aleccionados y «envenenados», fueron llevados a Tucupita para pre– sentar denuncias falsas contra los Mi– sioneros. El P. Basilio es objeto de un cobarde y ' alevoso atentado del ·que salvó por verdadero milagro. Llega, en visita de inspección, el señor Filomeno Castro, enviado es– pecial del Gobierno Nacional. Este señor, mentalizado tendenciosamente por el Gobernador del Territorio Fe– deral Delta Amacuro, enemigo de– clarado de la Misión y de los Misio– neros, rindió al Gobierno un informe desfavorable. Este Gobernador del Territorio fue quien, en una reunión pública, afirmó que «no descansaría hasta lograr la expulsión del Terri– torio del último Misionero Capu– chino». Consecuencia de este falso e injus– to informe, fue la salida de la Misión de Guayo de los Padres Basilio de Barral y Rodrigo de las Muñecas, por orden del Ministerio del Interior. A PESAR DE TODO... ¡LA MISION ADELANTE! Para sustituir a los Padres expul– sados por el Gobierno, llega el P. Quintiliano de Zurita. Tiene que afrontar la dificultad de no conocer el idioma warao. Comienza por la construcción de un nuevo rancho para residencia de los Misioneros, con piso de tablas y paredes de ramas de temi– che. Adosado a él construyó otros dos: uno para cocina y otro para de– pósito de víveres. Posteriormente le– vantaría otro que sería utilizado como capilla. Tiempo después llegan a acompa– ñar al P. Quintiliano, en sus penas y fatigas, el P. Bonifacio de Olea para hacerse cargo de la escuela indígena, y Fr. Camilo de Vega para atender a
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz