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P. Basilio de Barral. El General Machado visita la misión de Amacuro. 82 el ataque, y si vuelven de él, es para morir a los pocos días. Y ante esta trage– dia humana, los Misioneros no tienen médico que diagnostique ni medicinas para poder aplicárselas. SOLOS,ABANDONADOS Y SIN ESPERANZA En las crónicas de la Misión de Ama– curo se refleja, por estas fechas, un am– biente de pesimismo sobre el futuro de la obra misionera. Se trabaja con esfuer– zo sobrehumano y con denuedo titánico. No es el trabajo lo que preocupa y arre– dra a los Misioneros. Es el fruto de ese trabajo lo que se malogra. El Gobierno 'quiere, a toda costa, que la Misión siga en pie y la ayuda econó– micamente. Pero todo eso se pierde amar– gamente por falta de ayuda moral, de estímulo y de reconocimiento. Las auto– ridades, que están en contacto directo con la Misión, no comparten las ideas civilizadoras del Gobierno Central de Ca– racas, y en consecuencia escatiman su ayuda, se cruzan de brazos o combaten, en disimulo o abiertamente, la obra de los Padres Misioneros. Sin el apoyo de estas autoridades in– mediatas, es imposible la recogida de los niños para el Internado. Imposible redu– cir a los fugitivos. Imposible salvar las dificultades que provienen de la frontera con la Guayana Inglesa. Quieren que los Misioneros trabajen, y se les abandona a sus solas fuerzas, sin medios y sin protección. La realidad cruda, doliente y humanamente desespe– rante, se impone: ¡ABANDONAR LA MISION! o... ¡SACRIFICAR INUTIL– MENTE A TODOS LOS MISIONE– ROS ... ! LUCHANDO HASTA LA ULTIMA POSIBILIDAD Se hace una última tentativa solicitan– do al Gobierno una ayuda eficaz, clara y definitiva... El año 1938 se compro– mete el Gobierno a reconstruir los edi– ficios de la Misión. Se levantan los pla– nos y se calcula el presupuesto. En 1939, el P. Tirso de Escalante, Superior, es trasladado a Araguaimujo. Le suple el P. Basilio de Barral y llega de refuerzo, joven y entusiasta, recién venido de España, el P. Conrado de Cegoñal. Para esta época se había saneado el terreno pantanoso que rodeaba a la Mi– sión, construyendo un importante sis– tema de zanjas en una longitud de cinco kilómetros. Así el terreno sería más apto para la agricultura. Mientras se constru– yen los nuevos edificios proyectados, se sustituyen por paredes de madera las del dormitorio y escuela de los internos que, hasta entonces eran de bahareque -barro y cañas-. Con ello ganaron en ventilación, luz y alegría, los grandes salones del Internado. A ver si ahora se les quita a los muchachos la ocasión de comer tierra, vicio que tantos disgus– tos había dado a los Misioneros. Pero todo en vano. Este increíble vicio les hacía ir a buscar la tierra fuera de los edificios. ¡Inimaginable... ! SOLUCION RADICAL: TRASLADAR LA MISION A último de julio de 1939, llegó de Visita Pastoral Mons. Gómez Villa, Vi– cario Apostólico. Después de DOCE AÑOS DE HEROISMO Y MARTIRIO FISICO Y MORAL, aquello no podía continuar así. Tanto dolor y sufrimiento, tantos trabajos agotadores e infructuo– sos en su mayor parte, tanto personal enfermo y casi inutilizado de por vida, obligaban a tomar una resolución radical y definitiva. Se hizo un detallado y minucioso in– forme al Gobierno, y se pide su autori– zación para buscar otro emplazamiento a la Misión, donde pueda rendir mejores frutos el trabajo de los Misioneros. El Gobernador del Territorio Federal Delta Amacuro fue comisionado para hacer el inventario y tasar las pertenen– cias de la Misión y tomar posesión en nombre del Gobierno central. El acto del traspaso se efectuó el 24 de febrero de 1940. El personal indígena de los Internados fue trasladado a la Misión de Araguai– mujo, igual que las Misioneras Terciarias Capuchinas que regentaban el colegio de las niñas. En aquellas casas misionales, el Go– bierno estableció un puesto de la Guar– dia Nacional para vigilar la frontera con la Guayana Inglesa. Pero estos nuevos ocupantes .... ¡LAS ABANDONARON AL AÑO SIGUIENTE! Los Misioneros habían permanecido DOCE AÑOS. Hoy, todo es allí soledad impresionante y sel– va muda. BALANCE FINAL DE AMACURO Durante los doce años que permane– cieron en esta avanzadilla los Misioneros, cinco Padres y tres Hermanos tuvieron que abandonarla deshechos por las en– fermedades. De las Misioneras Terciarias Capuchinas que en ella trabajaron, una murió. Otra, estuvo al borde de la locura, y cinco tuvieron que salir agotadas por las enfermedades del paludismo y la ma– laria. Las que en ella permanecieron, tuvieron que ser atendidas durante largas t~mporadas en el Hospital de la Guaya– na Inglesa.
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