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ministrados los últimos Sacramentos . Acompañada de la Superiora, M. Gene– rosa de Almoines, en una escalofriante odisea de viaje , es trasladada al Hospital de la Guayana Inglesa... Pero ya es tarde. Allí muere a los pocos días. El dolor y la pena de este suceso, y las circunstancias que en él concurren, afec– tan de tal manera a la Madre Generosa que sufre una depresión nerviosa que la pone al borde de la locura, por lo que tienen que trasladarla a Tucupita. Las estaciones del calvario de las en– fermedades siguen sucediéndose en las Hermanas Bernardina y Marcelina. Nue– vos viajes para tratamiento en la Guaya– na Inglesa, y nuevas recaídas al poco tiem– po. Queda una sola Hermana para aten– der a todo el Centro misional, hasta que en enero de 1936 llega de visita la Madre General y trae con ella dos nuevas mi sio– neras: las Madres Pastora de Boñar y Sabina de Imbuluceta. Por añadidura, cae agotado por el trabajo y deshecho por las fiebres, el P. Basilio de Barral, quien tiene que salir a reponer su salud, vinien– do a sustituirle el P. Isaac de Mondre– ganes . ANTE EL PANORAMA DESOLADOR, ¡HAY QUE EMPEZAR DE NUEVO! El año 1934 los Misioneros tratan de reorganizar la agricultura de la Misión, a fin de proveer a las necesidades sin te– ner que traerlo todo de fuera y con aquella Primeros alumnos de Amacuro. penuria desesperante de medios de co– municación y distancias tan descomuna– les . El terreno que habían talado en la selva estaba perdido por el abandono que habían impuesto las enfermedades y ausencias del personal. La ganadería, des– atendida, estaba esquelética y muchas reses habían muerto. ¡Había que empezar de nuevo... ! Para obviar las tremendas dificultades de viajeros y transporte adquieren una nueva lancha. Desecan un gran fangal cercano al centro misional. Recogen las cosechas de siembras y plantaciones que no compensan , ni mucho menos, los grandes gastos que se habían invertido . Por añadidura a todas estas calamida– des y contratiempos, siguen y persisten los indios con sus fugas del Internado, muchas veces influidos por los malos con– sejos de los trabajadores que hay en la Misión, y con los que tienen un trato excesivo ... Cuando los Misioneros se desplazan para traer nuevos indios al Internado, se encuentran con la mala voluntad del Ca– pitán Poblador y de los jefes civiles . Di– ficultad y oposición que no cesaron hasta el final de la Misión. ¡EL CALIZ... HASTA LAS HECES! CALUMNIAS Y DIFAMACIONES . El año 1935 los Misioneros de los cen– tros de Araguaimujo y de Amacuro son acusados ante el Gobierno de Ve.nezuela y ante los Superiores Generales de la Or– den. Son visitados estos Centros por el General José Francisco Machado, enviado por el Gobierno. La Orden Capuchina, por su parte, envía al M. R. P . Pascual de Pamplona en nombre del Padre Ge– neral. Ni uno ni otro encontraron ser verda– der.as las acusaciones en contra de los Misioneros y su obra. Y sí pudieron comprobar personalmente la labor heroica de aquella abnegada y difícil empresa misionera. En 1936, los Misioneros de Amacuro son acusados nuevamente ante el Gobernador del Territorio Federal de que tienen muy atrasado el progreso de la población indígena, de que no han fundado ningún nuevo pueblo y de que perjudicaban el comercio de Ja población de Curiapo. En medio de este calvario, los Misio– neros siguen , con inaudito tesón, mejo– rando la vida de los indios con los esca– sos medios que tienen a su disposición en la ímproba labor de los Internados Y en éstos prosiguen los planes de fugas de los internos. Se registraron varios tristes casos de muerte voluntaria en algunos niños, causadas por comer tierra e ingerir hierbas venenosas. Los Padres y las Hermanas están apla– nados cada vez que se producen en algún muchacho los síntomas característicos de estos ataques. Varios fallecieron durante Todo esto era el Centro Misional. Misioneros y misioneras con los priineros alumnos indígenas. El P. Bonijacio de Olea en su esrnela misional.
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