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El indio Torres y su familia, los primeros que recibieron al P. Santos. El P. luis de león con los primeros niños indios llegados a la Misión. gustaba mucho y eran ávidos en apren– derlos. Llegó el Viernes Santo y hubo gran concurrencia de indios y de criollos. Se esfuerza el Misionero en hacerles comprender los misterios religiosos que se conmemoran en ese día, y cuál es el motivo de la devoción del cristiano a la Santa Cruz. Son las doce de la mañana. En me– dio de un silencio impresionante, el P. Santos procede a la bendición de la gran Cruz, labrada por manos indígenas, y la enarbola, clavándola en el corazón de la selva tropical del Delta del Orinoco. Mien– tras los indios pasan besándola, entona el cántico que ha acomodado para esta ocasión: Venid, oh Guaraos, la Cruz adoremos, la Cruz ensalcemos que al mundo salvó. Amemos, Guaraos, la Cruz del alzado Jesús, que enclavado en ella murió ... » EL PRIMER AGRICULTOR El P. Santos tuvo que pensar en poner el fundamento material para el sustento del Misionero y de los indios que allí ha– brían de venir: la agricultura. Pero tenía que comenzar por hacerlo todo : talar la selva y preparar el terreno para las siem– bras. Enterados los indios de los proyectos del Misionero, se ofrecen treinta y cuatro de los mayores para empezar el desmon– te de la selva, pidiendo al Misionero que les diera·solamente la comida. El P. Santos es el primero que empuña el machete y poniéndose al frente de 74 aquellas escuadras de trabajadores, co– mienzan a talar selva de sol a sol. Prepa– radas algunas hectáreas de terreno, arro– jan las primeras semillas de maíz y arroz, iniciando también las plantaciones de plátanos, caña dulce y yuca. ABRIENDO CAMINOS EN LA SELVA El Vicario Apostólico, Mons. Nistal, había encargado al criollo Severiano Mo– rales la construcción de una curiara para el servicio del P . Santos en Araguai– mujo. El criollo se había comprometido en entregarla en un tiempo relativamente corto. Este era el único medio de trans– porte y comunicación que allí se podía usar, y era vital para que el P. Santos se pudiera comunicar con los indios y pu– diera realizar su labor de apostolado. Pero el tiempo pasaba y la curiara no asomaba por ninguna parte. Esto le obli– gaba al P. Santos a permanecer aislado y sin ningún medio de comunicación. Pero el Misionero no se resigna a per– manecer aislado e inactivo en su choza. El solo decide abrirse camino en la sel– va. Talando maleza con el machete, lo– gra abrir un sendero de varios kilómetros por las márgenes del río. Posteriormente, al ver el trabajo y el esfuerzo del Misio– nero, algunos indios le ayudaron para que pudiera llegar a sus rancherías. Y con ellos empezó el P. Santos a aprender el idioma guarao y a realizar la catequesis. SOLO, EN SOLEDAD INMENSA. ¡PRIMERA VISITA! Solo, en soledad inmensa, incomuni– cado, permaneció durante dos meses el P . Santos. El so lo tuvo que hacer fren– te a todas las dificultades y peligros de aquella primera etapa de fundación. El 2 I de mayo, por la tarde, estaba el P. Santos lavando su ropa en el río. Le intriga una embarcación que ve acer– carse por el río hacia donde él estaba. No sale de su asombro cuando distingue que en ella viene un fraile Capuchino ... Al acercarse puede reconocer al veterano y benemérito misionero P. Luis de León, que llegaba para incorporarse a trabajar en aquella heroica avanzadilla con el P . Santos. «Es difícil explicar la satisfacción que sentí -escribe el P. Santos– para el que no sepa lo que es estar solo, cuando se ansía vivir acom– pañado. » PRIMEROS BAUTIZOS EN ARAGUAIMUJO En estos primeros meses el P. Santos había preparado a seis indiecitos para bautizarles el día de la Ascensión. Era el 22 de mayo de 1925. Gustoso cedió el honor de bautizar a estos primeros indie– citos al P. Luis de León, llegado la vís– pera de este acontecimiento. Y no menor fue la satisfacción con que aceptó el P. Luis este honor. Satis– facción que se vio aumentada al contem– plar la cantidad de indios que con este motivo, había acudido al rancho del Misionero. Fue para él una inyección de optimismo, pues venía algo desanimado porque le habían dicho que en aquella zona había muy pocos indios.

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