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El que propone el negocio habla largo y rápido, y el que escucha contesta con monosílabos: «sí», «está bien». Siguen algunas explicaciones de una y otra parte, hasta aceptar o rechazar la proposición. Ninguno se altera lo más mínimo: ni en la voz, ni en el rostro, ni en la mi– rada. Es absolutamente imposible conocer, por las señales externas, si han quedado disgustados o sa– tisfechos.» P. NICOLAS DE CARMENES ¿QUE ERA LA GRAN SABANA HASTA LA LLEGADA DE LOS MISIONEROS? «Hasta el año I931, ¿qué ,se sa– bía de aquella región -la más sur– oriental del Estado Bolívar-, y de los habitantes humanos que en ella moraban ... ? Apenas teníamos los datos ge– nerales del Roroima y demás se– rranías, suministrados, casi todos, por exploradores extranjeros. Los mapas decían que allí mo– raban los Arinagotos, Barinago– tos, Cachirigotos, e infinidad de otros «gatos» o «kotos» (habi– tante) cuyos nombres se colocaban al desgaire, es decir, donde ca– yeran. De estos habitantes se decía que eran unos idiotas, que poseían un dialecto reducidísimo, que habla– ban casi sólo por señas, y que era una raza indigna de subsistir y de que nos esforzáramos por atraerlos a nuestra civiÜzación.» ELIAS TORO. «Por las selvas de Guayana»

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