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A los que viven mirando hacia el pasado, porque en esa línea salvadora de lo abo- . . ngen se movieron no pocos de nuestros viejos cronistas. ¿Sería hoy posible hacer his– toria de la Suramérica preco– lombina sin los relatos de Cie- za León y de Sarmiento de puede ser vencido, cualquiera que sea el que con él dispute». Esa debe ser nuestra consigna en el híspido problema del in– digenismo suramericano. Pro– cedamos hacia la verdad y valgámonos de la verdad. ·Las sombras que el cuadro de la colonización española en Gamboa? No menos quedan América pueda ofrecer (las afectados por la empresa los 1 • L • d G · que e propio opez e o- que prefieren vivir mirando el mara reconoció en su «Loor presente y preparando el fu- d - 1 ) h · · . 1 . . e espano es» no aran smo tura, ~arque soº. as~ es ~os1- prestar apoyatura cromática ble evitar que el md1gemsmo , _ 1 1 · ·d d d 1 · . . a a ummos1 a e conJ un- se convierta en cantera de m1- t S 1 d · v· t A d · . . . o. ue e ec1r 1c or n res tos poht1cos ant1españoles. que el Perú anterior a Pizarra -e también el alabastro puede llegar a ser gema, si se talla e ilumina adecuadamente. Es– paña talló, iluminó e hizo joya a la roca. Lo cual no ex– cluye -¿verdad amigo Be– launde?-, que la antigua joya sea hoy susceptible de sucesiva, creciente belleza, si se la sigue puliendo con inte– ligencia y amor. Así veo yo la respuesta, que España debe dar, carde et mente, a los indigenistas de Suramérica. Enseñó Santo Tomás que «si alguien dice verdad, no era como un bloque de ala- PEDRO LAIN ENTRALGO. bastro: una pieza opaca. Pero «Viaje a Suramérica.». «CON LOS INDIOS CONVIVIMOS, Y POR ELLOS NOS DESVIVIMOS» Nadie como nosotros ha re- por la promoción integral de clamado, una y otra vez, ante la persona del indígena. cada uno de los Gobiernos y eS t o, sin ningún género de duda, estamos haciendo ca, sin llevarles los adelantos que se vienen sucediendo en los Misioneros Capuchinos en «Nunca los Misioneros nos hemos contentado con llevar a los indios la verdad ~eológi- físicos. y nuestras mayores el mando, por la falta de me- los territorios más extremos luchas por los indios y la mal- dios para la construcción de de la nación. No visitamos a querencia por parte de mu- edificios, por la tecnificación los indios: con ellos convivi– chos no nos han venido por de la agricultura y ganadería, mos y por ellos nos desvivi– las enseñanza~ religiosas, sino por la fijación de la zona in- mos. No hay mejor INDIGE– por las reivindicaciones eco- dígena reservada, por la asís- NISMO que aquel que supo– nómicas o jurídicas en su fa- tencia médica ... y otros mu- ne DAR LA VIDA POR LOS vor. chas etcéteras. En definitiva, INDIOS.» 228

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