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·1 - 218 ... r - ..,.,.-~: _.,., / AYER El progreso de los pueblos es una labor temporal y al mismo tiempo es, esencialmente, una mi– sión religiosa. Hay que superar la dicotomía entre problemas político-socio-eco– nómicos por una parte, religioso– morales-espirituales por otra. No sólo son «millones de al– mas» las que se han de salvar, sino «millones de personas huma– nas con cuerpo y alma» para las que hay que conseguir un nivel de vida digna, para que puedan reali– zar plenamente su destino tempo– ral y conseguir su destino trascen– dente y eterno. El desarrollo, en su aspecto po– sitivo, es una obligación para que el hombre lleve a plenitud la obra de la Creación. «DESARROLLO ES EL NUEVO NOMBRE DE LA PAZ» ESTO SE HA REALIZADO EN NUESTRAS MISIONES Si «cultura» es la «vivencia y ex– presión de la existencia del hom– bre vivida como relación consigo '· mismo, con la naturaleza, con los demás y con lo sagrado», el pro– mover alguno de estos sectores -cualquiera que él sea, incluso prescindiendo de su escala de va– lores- ya es prestar una colabo– ración al progreso. Todos estos

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