BCCCAP00000000000000000000320
Doña Maxula de Manni/1, gran ad– miradora y bienechora de la Misión del Tukuko . UN DIA EN EL TUKUKO Trasnochada, pero contenta, rompía temprano la marcha rumbo a la Misión de Los Angeles del Tukuko. Mis compañeros de viaje: Teresa Kaya (india yucpa) y Hernán Paredes (chófer). El día estaba nublado y la atmósfera pesada. ¡Era un día caluroso! El viaje fue agradable y a las 9,45 llegábamos a la Misión. Ante nuestros ojos el panorama era fabuloso. Con las recientes !luvias la selva vestía ricos colores. Tonalidades verdes se difundían con el azul del cielo, ahora despejado y claro. En la Misión nos esperaban para partir hacia Chaparro (escuela-caserío yucpa, cerca de la Misión) donde se inauguraba ese día la capilla. Una tacita de café, abrazos aquí y allá y listos para salir. Monseñor Surrecoechea sentado al lado de Ubirichi (chófer), Madre Felisa, Hna. Ingalena, Omaira, Pa– redes, Kaya, una docena de indias de la Misión y·yo, era el precioso cargamento de la destartalada pero fiel Power. Brincos, tumbos y tumbos, risas y gritos amenizaban el simpático viaje por una trilla polvorosa y accidentada. Cruzamos el río con dificultad y llegamos a un estrecho sendero donde los árboles de uno y otro lado se en– trelazaban teniendo que ir nosotros todo el tiempo parpadeando para evitar los rasguños en los ojos y los golpes en la cabeza. Al rato arribamos a «Chaparro» recogiendo durante el trayecto varias de las parejas que contraerían matrimonio. Bajamos todos muy contentos, pero aporreados, y visitamos varios ranchos de los al– rededores. NACE UNA NIÑA DURANTE LA CEREMONIA Pronto las campanas empeza- «esa mujer va a tener un niño». ron a sonar. Comenzaban las «Sí, eso se le nota», contesto. ceremonias: Bautizos, Confirma- «Pero es ahora», recalca la madre. ciones, Confesiones, Primeras Co- Miro de nuevo a la mujer y cuál muniones y Matrimonios. ¡Qué lás- no sería mi asombro cuando veo tima no poder administrar todos en el piso los síntomas del parto. los sacramentos el mismo día! Sus gestos raros eran los más fuer– Eran las 12 del día y se congrega- tes dolores que esta mujer ya tenía. ban frente a la capilla las cinco Interrumpo la ceremonia con un parejas de matrimonios que serían «mon pere, elle est en train d'avoir legitimados y esperaban primero un bebé». «Dites lui d'attendre», ser bautizados. El P. Romualdo fue la contestación tranquila del comienza la ceremonia. José, el Padre, como si eso fuese tan fácil. maestro y yo, a los lados del Pa- La mujer se aleja del grupo y le dre actuábamos de padrinos. Noto informa a l\aya que tiene mucho que una de las mujeres hacía ges- dolor y no se puede quedar allí. tos raros y digo para mí: «pobre Kaya corre a decírmelo y me voy mujer, tiene un tic nervioso». La,, con ella a la puerta trasera de la madre Felisa se acerca y me dice: capilla. Vemos que la india Emilia se agacha un momento en la paja a unos cuatro metros de donde conversábamos nosotras y luego se levanta y se pierde en un pe– queño bosque de caña brava, un metro más allá. «Kaya, anda y pregúntale si necesita alguna ayuda y si yo pudiera acompañarla». «Parece que fue lejos», dice Kaya y al momento me mira con cierta duda en los ojos. «¿Oyó usted algo, señora Maxula?» -Ñe... ñe ... ñe ... , fue la lejana respuesta. Corrimos hacia el sitio donde la vimos perderse y allí en la tierra, entre las cañas, las hor– migas y la maleza estaba sentada -Emilia con la niña ya en sus bra– zos. Imposible. Increíble. Habrían 210
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz