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Seminario indígena de Upata. religiosidad y de amor a nuestra España, a pesar de la propaganda adversa de Nor– teamérica. -Denos, padre Félix, una síntesis de las zonas misionales donde ha trabajado en estos cincuenta años. -Como afirmación general puedo de– cir que he trabajado en todas las zonas misionales que los Capuchinos tenemos en Venezuela. Siguiendo el orden crono– lógico de los lugares donde he permane– cido por algún tiempo, esta puede ser la síntesis: 1) En SAN JOSE DE AMACURO. (Bajo Orinoco). Aquí inicié mi noviciado misionero abriendo un camino en la es– pesura de la selva, a pico y pala y con un carretillo, a fin de dar acceso a la Mi– sión situada en la cumbre del Cerro Guau– za. Entre otras tareas agrícolas, impres– cindibles en los comienzos de esta clase de Misiones, tuve que poner en práctica las lecciones que había aprendido de niño al ver a mi santa madre cómo ordeñaba a las vacas. Y para que los animales es– tuvieran más quietos, empecé a inventar canciones que les iba cantando mientras duraba la faena. Pronto las aprendieron mis discípulos los indios y con ellos las cantaba a coro. Lo gracioso es que estas mismas canciones los indios se las can– taban a las Hermanas Misioneras, como si ellas fueran de la misma tribu vacuna. 2) En TUCUPITA. Aquí me tocó sudar tinta china, japonesa y... de todas las nacionalidades en la construcción de la iglesia parroquial. Me tocó continuar los trabajos iniciados por el P . Nicolás de Cármenes y el P. Tomás de Graja!, y en ella tuvo que intervenir también el P. Isaac de Mondreganes durante alguna de mis ausencias. Después de trabajar durante el día, con los muchachos que hacían de obre– ros, teníamos que salir, río arriba, a bus– car arena para el trabajo del día siguien– te. En estos trabajos llegaba la una de la madrugada. A las siete de la mañana ya estábamos en pie de guerra en la cons– trucción. La tarea del día era fuerte y agotadora, a pleno sol y en este clima del trópico ... Esta casa bendita sí que está amasada con nuestros sudores ... y ¡hasta con sangre de nuestra5 venas!. .. Más de una vez nos sucedió que al tener cargada la curiara hasta los topes y tratar de em– prender el· regreso, la encontrábamos va– rada, lo que nos obligaba a descargarla y empujarla hasta donde la profundidad del agua nos permitiera cargarla nueva– mente. 3) En EL SEMINARIO INDIGENA DE UPATA . Aquí me tocó hacer de to– do. Desde preparar los planos, tomar parte en las obras, hasta las clases de las · asignaturas que me correspondían. Quiero consignar aquí a dos beneméritos Her– manos que trabajaron con denuedo y en– tusiasmo a toda prueba: Fr. Patricio de Malina y Fr. Darío de Renedo. 4) Casa-Misión de la DIVINA PAS– TORA DE AYAPA. Después de cons– truida con indecibles sacrificios por el P. Juan Evangelista de Rey~ro, que tuvo que recoger a mano la arena entre las pie– dras, y llevarla en sacos, a lomo de mula, desde una distancia de dos horas de viaje, llegamos el P. Fidel de San Feliz y un servidor Nos pasamos más de un año en exploración incesante por toda la sierra circunvecina haciendo el camino por los lugares menos difíciles, a través de aque– llos precipicios de miedo, con el fin de poder dar entrada a los materiales que necesitábamos para la construcción del Internado indígena... Esto es intraducible en palabras ... Y cuando ya teníamos varios kilóme– tros abiertos a pico y pala, el cemento para los puentes, las alcantarillas metá– licas, pólvora, dinamita y compresor para volar las rocas, y camioneta para el transporte, vino la trampa a escondidas, ignominiosamente, y se lo llevó todo ... Nuestro señor Obispo se vio obligado, bien a pesar suyo y de los Misioneros, a suprimir aquel centro Misional. -P. Félix, estoy enterado de eso que usted benevolamente llama «la trampa». ¿Por que no lo dice por su nombre... ? ¿No fue la presión de los ricos civiliza– dos Y , los intereses creados de algunas firmas industriales que querían instalar allí mismo un hotel y una residencia de diversión por el clima agradable y las bellezas naturales de aquella zona... ? -Mire, Padre Pacífico, me arde la san– gre de indignación con sólo recordarlo. No me haga dar más explicaciones... , por– que aún me resiento del infarto y mi co– razón podría explotar. .. -Entendido, Padre Félix. Pero usted no se dio por vencido, y de allí se fue a emprender otra obra de envergadura. ¿A dónde fue... ? 5) A SAN JQSE DE PERIJA. Aquí el P. Isaac había comenzado los prepa– rativos para levantar la iglesia parroquial. Pero la falta de salud le obligó a retirarse del frente misional, y me tocó a mí pro– seguir la obra. Con la colaboración infa– tigable de Fr. Marcos de Yudego, y la protección del Sagrado Corazón de Jesús, pudimos levantar en un tiempo mínimo la iglesia en honor del bendito San José. A esto siguió el Colegio «SAGRADO CORAZON DE JESUS», donde tuvimos bien probada su ayuda y protección. Sin ayuda alguna del pueblo, se realizó la obra de más de 150 metros de cons– trucción, y parte de ella de dos pisos. Puedo decir que, en tres o cuatro oca– siones, allí se dieron verdaderos milagros. 6) Por último, esta MISION DE LOS ANGELES DEL TUKUKO. Las graves vicisitudes por las que ha pasado me han obligado a ocuparme, en c?mpañía de nuestros indígenas yucpas, de dos acue– ductos, tras larga exploración por montes tan abruptos como tupida es la selva, para proveer de agua a las rancherías de los indios separadas varios kilómetros de los manantiales. Ahora tenemos interrumpidos varios caminos por cerros escarpados, a fin de comunica( varias rancherías con la Misión, ya que se encuentran en la zona fronte- 19

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