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La infatigable hermana Carmen Lacy en sus constan– tes atenciones a los indígenas necesitados. LA HERMANA MUERTE DE CARMEN LACY MISIONERA DE S. ANA ENELTUKUKO horas antes de monr. Me dio un sinfín de encargos ... Se acordaba de todos. Pedía morirse el «Pri– mer Sábado», y yo la decía que era mejor el «Primer Viernes». Me contestó: -No, la Virgen me lle– vará el «Primer Sábado». Y así fue. El día 9 de agosto -«Primer Sábado de mes»-, a las 4,40 de la tarde, entregaba su alma al Se– ñor.» Al entierro además de los Padres Misioneros del Tukuko, vinieron unos veinte indios, entre ellos Pau– lino, Chócape, Arístides ... , y llo– raban ante su ataúd como unos niños, sobre todo Paulino. Ya se puede imaginar cómo es– tarían el P. Félix y Fr. Mateo ... Desde que llegaron no se separa- «U n año luchamos para que la gravedad, y el 31 de julio reci- Hermana Carmen no saliera de la bió los últimos Sacramentos con- ron de su féretro haS t a que la en– terraron. Después de enterrarla, Misión. Este año, sin luchas, el Señor se la llevó. Cayó como un soldado valiente en el campo de batalla . Quiso hacer Ejercicios Espiri– tuales, pero el 16 de julio -día de su santo- se hizo una cortada en un dedo que se la infectó. Se le aplicaron unos antibióticos, se le inflamó la mano y se puso mucho peor. Se la trasladó a Maracaibo. Ella decía 'que la habría picado algún bicho. Al hacerla los análisis, cuál sería nuestra sorpresa cuando nos dijo el ' doctor que la Hermana Carmen tenía ¡leucemia galopan– te... ! «Veremos si con el trata– miento, logramos que se quede en crónica» -añadió el médico-. Se la hospitalizó en el Central el día 28. Yo le pedí al Señor, con toda mi alma, que la llevara para Sí. Tomó muy bien la noticia de su 202 tenta y con pleno conocimiento. Al día siguiente pidió ella misma que la hici.eran la recomendación del alma. Pudo comulgar todos los d_ías ... Sufrió mucho, pero el Señor la dio una muerte muy tranquila. Sólo perdió el conocimiento dos regresaron al Tukuko el mismo día. (De la carta de la Hna. Pilar Gi– ménez al P. Agustín de Renedo, Superior de la Misión del Tukuko, que se encontraba en España. Mérida (Venezuela) 15-8-1975) .
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