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PLEGARIA A CRISTO CRUCIFICADO ¡Santo Cristo, mi Cristo, desnudo como un indio guarao! Yo tengo un «abuja» (guayuco) que las olas del río salpican y mojan las lluvias. Tú tienes un lienzo salpicado de sangre divina, que a la brisa flamea cual bandera de paz. ¡Santo Cristo, el de la faz serena y la mirada triste, como yo la tengo! Me lacera una pena muy honda, muy honda mi pena, que tan sólo Tú y yo la sabemos, tan sólo los dos. Te conozco, mi Cristo desnudo, por tus fieles heraldos, Misioneros heroicos, hombres y mujeres que comparten día a día sus vidas conmigo, paladines de ciencia, monumentos de fe. Ellos lloran conmigo la desdicha de un pueblo, que vive muriendo, ese pueblo es mi Pueblo: son los indios, mi Dios. Tú y yo somos reyes, oh Cristo, los dos coronados: tu corona es de crueles espinas; mi corona es de plumas, con los colorines que a las flbres robaron mil aves sagradas. Son las galas que adornan mi gorro, talismán y diadema. Tú y yo somos reyes, oh Cristo: los dos relegados de un mundo, que nos vuelve la espalda insensible al dolor... Por ventura ya no estamos solos, ni Tú ni nosotros: hoy tenemos los ángeles malos y tenemos los ángeles buenos, así compensados, que son tus heraldos de «la buena semilla», que redimen los cuerpos y consuelan las almas, con los dones preciados de Cultura y de Fe. Yo soy como un Cristo desnudo, de bronce y de fuego. Yo soy como un Cristo desnudo, clavado en la selva. Así cada día que pasa, cada día, Dios mío, soy tu doble en la Cruz. ¡ Yo soy como un Cristo desnudo! Pedro KRISOLOGO B. (Fragmentos de una composición titulada «Viernes Santo Indio», publicada en la Revista Justicia, núm . 36.) 173
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