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NUESTROS PRIMEROS PADRES NOS MALEFICIARON INDIOS PEMON Eva!»; pero ellos oyeron su pala- es de verdad; pero eso no fue cosa bra sin hacerle caso. mía sino de la mujer». 5. De nuevo el maligno dijo: 9. «Haciendo vosotros eso, lo «Yo soy vuestro padre». Pero ellos que conseguís es que venga un oyeron su palabra sin hacerle caso. muchacho a vuestro lado, no sien– do vosotros todavía adultos». Y 6. Otra vez el maligno dijo: «Yo he aquí que la mujer dijo: «¡Nunca soy vuestro padre; aquí os he traí– do vuestras frutas». Y he aquí que habiendo hablado de frutas, al decir él de nuevo: «¡Adán, Eva!», ellos le respondieron. 7. Entonces Eva abrió sus ojos; y he aquí que vió el pene de su hermano y encontró también sus testículos. Y dijo la mujer: «Estas son nuestras frutas; cógelas para que veas». Y siguió jugando hasta allá. 8. Y los ojos de su hermano también se abrieron y he aquí que se juntaron como macho y hem- bra. Y estando en esto, los encon- tal; me da asco; sin haberme jun– tado con el varón me da asco que venga un muchacho!» 10. Por haber hablado ella min– tiendo, Dios le dijo a Eva: «Qui– tarás de ti el mal, desgarrándote en el parto». 11. Además Dios les dijo: «Des– de ahora vosotros encontraréis vuestra comida trabajando; os ali– mentaréis sudando». Y les dijo otras cosas más. 12. El maligno quedó sin bra– zos y sin piernas para convertirse en culebra. 1. Los primerísimos hombres tró el Señor. Y les dijo: «¿Por qué fueron malos, allí donde debieron habiéndoos dicho yo que no res– y era natural que fueran buenos. · pondiérais al maligno, sí le res– Sin motivo alguno, no tuvieron pondísteis?». Y Adán dijo: «Así cuidado de lo que quitaba los (P. Cesáreo de ARMELLADA: TAURON PANTON, II (Así dice el Cuento, 33, págs. 108-109). males. 2. Dios hizo paraigual que nos– otros (varón), e hizo también la que había de ser mujer (la hem– bra). Y por eso Dios los llamó: ¡Adán, Eva!; y ellos respondie– ron: «¿Qué hay?» 3. «Esperad aquí, dijo Dios; voy a buscaros vuestra comida; no le respondáis al maligno; su voz se parece a la mía; pero no le respondáis; voy de prisa a buscar vuestra comida (vuestras frutas).» 4. Ido el Señor, vino el malig– no; y éste los llamó: «¡Adán, 170 El P. Cesáreo de Armellada, gran especialista en li– teratura de los indios Pemón.

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