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La amenaza de los bandidos estaba esperando a corta distancia llegó al máximo cuando uno de de la Misión. podría evitar los proyectiles que le iban a disparar. Uno de ellos le disparó y la bala le entró por la espalda. ellos saltó encolerizado y se situó al lado del Misionero. Le hundió violentamente el cañón del arma en la espalda, y le dice: • -Padre, usted va a morir. El P. Domingo 'no contestó ni una palabra. ¡HAY QUE LIQUIDARLO PARA QUE NO HABLE. .. ! Entre tanto los otros dos misio– neros se habían despertado al oír El cabecilla habló aparte con los disparos y salieron de sus habi– sus pandilleros. Decidieron elimi- taciones a la azotea del Centro nar al Padre Misionero, porque Misional. Buscaban llegar donde era el único que podría identifi- estaba la planta eléctrica para po– carlos. El P. Domingo oyó la de- der encenderla. Cuando lo consi- SE LLEVARON TODOS LOS OBJETOS DE VALOR cisión de los forajidos, y decidió guieron, los bandidos se vieron buscar el medio para ponerse a descubiertos, y a toda prisa dispa– Los bandidos siguieron en la salvo aunque fuera con riesgo de raron sus armas y se dieron a la búsqueda hasta que abrieron un su vida. fuga. baúl. Allí estaba el dinero y los valores para los gastos de la cons– trucción del Centro misional de los indígenas. El dinero era el del pago de los De manera repentina y haciendo Lo extraordinario del caso es un esfuerzo sobrehumano, da un que el proyectil que dispararon a tirón y se zafa de las manos del quemarropa no penetró en el cuer– individuo que le tenía sujeto aga- po del P. Domingo. Quedó embo– rrándole por la camisa. El P. Do- tonado en la camisa causándole jornales de los obreros que e st a- mingo corrió rápidamente en zig- solamente una pequeña herida en ban trabajando en las obras, Y zag, pensando que en esa forma la espalda. darles el respectivo aguinaldo en Navidad. Los fondos que estaban en depósito, procedían de la sub– vención que tiene asignada a este centro el Ministerio de Justicia y de donativos particulares para fi– nes misionales. Pero los ladrones cargaron con todos los objetos de valor y se trasladaron a un coche que les ■ ■ ~~- ... .. ·, . ' ; «LOS MISIONEROS... HOMBRES QUE ME ABRUMAN» 152 «Los Misioneros son hombres prodigiosos . El trabajo que realizan es sen– cillamente espléndido. Son hombres que ciertamente me abruman . Yo guardo para ellos mi simpatía, mi admiración y mi respeto. Quiero expresar mi deseo de que el mundo pueda ver que cada día aumenta el número de Misioneros, no solamente porque en la actualidad estamos muy necesitados de ellos, sino porque creo que en el mundo jamás habrá demasiados hombres de esta ca– tegoría.» ETHEL WILLIAM. Artista de cine norteamericano
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