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EL SISTEMA EDUCATIVO DE LOS MISIONEROS «Lo menos que se puede decir cativa que no tome en cuenta el del sistema educativo de los Misio- sistema de los Misioneros, sistema neros es que constituyó un esfuer- cuyos resultados no sólo no se ha zo cabal. No vinieron a enseñar a podido superar, pero ni siquiera leer y escribir, ni vinieron a pro- igualar. Junto con los plantíos y junto con los métodos de la época en materia de cultivo, el Misionero enseñó al indígena la cría de ani– males domésticos ... pagar un idioma, ni solamente una fe religiosa. La acción de estos Llegaba el Misionero al corazón maestros en -el arte de educar de las tribus, desafiando el justo abarcó todo lo ya mencionado y rencor de las poblaciones recién Las horas del día se empleaban en la misión en las tareas del cam– po y en las obras de albañilería poderosa, una albañilería con arraigo, no el maderaje provisio– nal de los proyectos de escuela rural de estos tiempos... Por la noche, o desde el atardecer, la Mi– sión que había sido colmena de trabajo manual, se transformaba en escuela, escuela de religión, es– cuela de arte: porque se enseñaba el dibujo, la música y el canto ... todavía más. Hay que advertir que el Misio– nero, en la generalidad de los ca– sos, se las tenía que haber con ver– daderos salvajes primitivos ... , o con masas de población ya decaí– da por , la servidumbre que, en muchos casos, no conocía otro oficio que suplir a la bestia de carga ... Encontraron los Misioneros po– blaciones de la más baja condición de vida que es posible imaginar, y ni esto, ni la falta de elementos, ni el desierto, ni la pobreza de de– terminadas tierras, nada logró des– animarlos, y todavía muchas re– giones no han vuelto a recobrar prosperidad desde que los Misio– neros tuvieron que abandonarlas. Por muy numerosos que sean ya los elogios que se han hecho de la labor de estos varones ilustres, nunca se habrá dicho bastante. Se los podría tomar como modelos para el fomento de la civilización en cualquier región de la tierra. Y entre nosotros no creo que sea posible, ni atinada, una labor edu- 124 ofendidas, y tenía que vencer pri– mero el prejuicio, en seguida la infidelidad, después la incapacidad de la gente y los obstáculos de la tierra. Llegaba al desierto y tenía que comenzar por constrüir la casa, pero como era hombre en grande, el Misionero no se conformaba con adaptar sus necesidades a la cho– za, y en medio del desierto se de– cidió a levantar paredes. Los gran– des muros, que ilustran el paso del Misionero en el continente, están todavía en pie, y son la semilla de un nuevo estilo... Células del organismo creciente, de una gran cultura: eso fueron, desde un principio, las Misiones. Y sin que pudieran quedar exentas a la ruda ley que obliga a todos los organismos nuevos a combatir por su existencia, pues la Misión Junto con el problema del alber- tenía que convertirse periódica– gue hubo necesidad de resolver mente en fortaleza para la defensa el problema de la alimentación. contra las tribus insumisas, y des– Pero el Misionero se sentía porta- pués del asalto, los heridos eran dor de toda una cultura. Así es curados, y los prisioneros ... eran que no se conformó con los peces puestos a trabajar y a convertirse. de las lagunas, ni con la caza de Se convertía al trabajo ordenado y los montes, ni con la fruta de los paciente, que es la base de todo árboles, sino que se puso en segui- progreso real. .. da a implantar el cultivo de los La labor de los Misioneros no cereales y las legumbres. De la ha sido superada en América y mano fecunda del Misionero pro- quizá en el mundo entero». ceden los trigos y las frutas y el JOSE VASCONCELOS vino... («Jndología»)

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