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-¡Estas, Fabio, ay dolor, que ves aquí, ruinas en soledad, selva invasora, fueron un día famosa MISION DEL CARONI! Cerca de cuarenta años llevaban trabajando los Misioneros Capuchi– nos catalanes en la extensa región de Guayana. Fue en 1724 cuando fun– daron la Misión de la PURISIMA CONCEPCION DEL CARONI, que figura la primera entre las TREINTA POBLACIONES que tenían a su car– go y que ellos habían hecho nacer. Con tesonera constancia y abnega– ción sin límites, lograron a un tiempo dominar la selva y dominar la fero– cidad indígena. Abrieron caminos, construyeron pueblos, sembraron cristiandades, civilizaron al salvaje, introdujeron la ganadería y las indus– trias para el progreso humano y so– cial. .. ¡Hicieron HIJOS DE DIOS ... ! Y levantaron este formidable tem– plo, dedicado a la PURISIMA CON– CEPCION DE MARIA . Sólida cons– trucción y artística concepción: arcos y columnas de estilo toscano, decora– ción interior con pinturas al fresco, amplitud, consistencia y elegancia ... Gran visión de futuro. ¡Una obra formidable! 10 ¡SOBRE LAS RUINAS DEL ODIO, EDIFICAREIS CON EL AMOR! RUINAS DE LAS ANTIGUAS MISIONES MATANZA DE MISIONEROS EN CARUACHI En 1817, con ocasión de la guerra de la independencia de Venezuela, se produce la tragedia misional -¡cri– men de lesa Patria!- del asesinato de los Misioneros Capuchinos en Carua– chi. «El gran pecado de Venezuela » , según expresión del escritor venezo– lano Antonio Ignacio Picón. El Caroní y el Orinoco se tiñen en rojo-sangre cuando los Misioneros son asesinados y sus cuerpos arroja– dos al río. Las Misiones desaparecen. Los pocos Misioneros que quedan, son expulsados. Los indios vuelven a su misterio de la selva en la vida sal– vaje . Se produce el abandono, la desolación ... ¡LA MUERTE DE LAS MISIONES! Testimonio trágico, que aún hoy perdura, son estas ruinas. Sin pala– bras al oído, pero con gritos que el alma escucha y vocean a la Historia . Ruinas que esperan .. . RESURREC– CION. Testigos materiales de HE– ROISMOS que exigen JUSTICIA y esperan CONTINUACION. Pero esta CONTINUACION no llegaría hasta NOVENTA Y SEIS AÑOS MAS TARDE de que Simón Bolívar, reconociendo su trágico error, diera el DECRETO ESPE– CIAL para que fueran RESTAU– RADAS LAS ANTIGUAS MISIO– NES CAPUCHINAS. Y LA NOBLE Y HEROICA HE– RENCIA EXIGE: ¡SOBRE LAS RUINAS DEL ODIO, EDIFICAREIS CON EL AMOR!

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