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A ellos no hay quien les haga probar el cochino. No comen ni guisan con manteca, porque no hay quien les quite de la cabeza que en la manteca residen los es– píritus. Cuando llega el Misionero a sus ranchos, se esfuerzan en atenderlo con los manjares más exquisitos de su paladar indígena. ¡ Cuántas veces he tenido que comer sus famosos gusanos de moriche por no desairar su buena voluntad ... ! Cuando ven comer al todas las cosas encierran un «es– píritu». A los Misioneros nos lla– man «DIOS AROTU» -«dueño o señor de Dios»-. Ellos no tie– nen idea de un Ser Supremo per– sonal. La palabra «KANOBO» -nuestro abuelo, nuestro viejo-, con que ellos tratan de designar al Ser Supremo, parece importada y tiene reminiscencias del Padre Nuestro. Por sí mismos son inca– paces del concepto abstracto, y todo lo concretizan. Son muy tar- Padre de sus propios manjares, dos para comprender nuestras pa– comentan satisfechos: «Vare na- labras abstractas. moniae diana»- «el Padre ya se convirtió en indio». -¿Hasta dónde llega, Padre, la idea religiosa de estos indios? ¿Creen en un Ser Supremo? -Padre Rodrigo, ustedes están introduciendo en la zona indígena motores, máquinas, instrumentos modernos ... ¿Cómo reaccionan los indígenas ante los inventos de la técnica ... ? se asustan de nada. Al avión lo llaman la «CURIARA-VOLAN– TE», comparándolo con sus em– barcaciones. Y le aplican también un «alma», un «espíritu», igual que a las lanchas de motor y a los automóviles, y esa «alma» la hacen residir en el motor. La fotografía la atribuyen al «JEBU» -su «gran espíritu»-, y la interpretan como la expresión de su alma. Al ver el indio su pro– pia fotografía, exclaman con ges– to de asombro: «MASITA, MA– SITA» -«mi alma, mi espíritu». -Padre Rodrigo, contéstenos con toda sinceridad, ¿es cierto que los indios Warao le han que– rido nombrar su Jefe Supremo ... ? -El Padre Rodrigo se ríe y -Estos indios, más que religio- -Ellos nos creen a los civiliza- evade la pregunta. Por más que le sos, son supersticiosos. Para ellos dos capaces de todo, por eso no tiramos de la lengua, siempre des- El P. Rodrigo en sus frecuentes visitas a las ranche– rías indígenas. Actuando de secretario en la asamblea indígena. 105

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