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otro de los Misioneros de aquella avanzadilla, estaba ausente en Maracaibo, tratando de recuperar los glóbulos rojos que el paludis– mo perijanero le había arrebatado. En iguales circunstancias se en- . contraban los tres trabajadores criollos que estaban en la Misión. Realmente se necesita voluntad indomable, temple de héroes y ánimo de conquistadores, para mantenerse a pie firme en aquella avanzada misional, solos, inco– municados, faltos de salud y so– brados de pri_,vaciones e incomodi– dades .. . Y a pesar de todo esto, han sido atacados y calumniados en la Asamblea Constituyente del 10 de septiembre, asegurando al– gunos de sus miembros que los Misioneros Capuchinos no esta– ban en la selva, sino cómodamen– te situados en la ciudad de Ma– chiques. AGRICULTURA Y GANADERIA Cumpliendo el deber que me llevaba a esta Misión, que era el de inspeccionar las obras realiza– das o en vías de ejecución, pude darme cuenta del esfuerzo que su– pone, en menos de un año de resi– dencia permanente que llevan allí los Misioneros, el que estén reco– giendo ya los frutos suficientes para sus necesidades actuales y las de los trabajadores que con ellos conviven, amén del pasto para el ganado vacuno y el maíz para las aves de corral y demás animales domésticos. En los principios pasaron gran– des penalidades y trabajos por fal– ta de provisiones. Para proveerse de lo necesario tenían que recurrir a las haciendas vecinas, donde no siempre conseguían lo que busca– ban, y si lo conseguían era a pre– cios elevadísimos, casi astronó– micos. Esto era debido, en gran parte, a que no se veía con buenos ojos la fundación de aquel Centro Mi– sional, porque iba a frenar los abusos e injusticias que los hacen– dados estaban cometiendo con los indígenas. Calculamos las siembras que actualmente tienen realizadas los Misioneros: 600 plantas de pláta– nos y cambures en plena produc– ción. Hectárea y media de arroz. Más de una hectárea de yuca dul– ce. Otro tanto de maíz, fríjol, ocumo, batata, maní, caña dulce y árboles frutales. Han introducido, y están fo– mentando, la cría de ganado. Los primeros cochinos y alguna vaca, de excelente raza, fueron conse– guidos de regalo por Fr. Primitivo, así como un ,magnífico caballo que le obsequió su «padrino», el señor Miguel Gaspar de Machi– ques. En esta fecha de inspección de la Misión, tenían en el Centro once vacas lecheras, diez terneros, cua– tro becerros, un toro, cuatro bueyes para: el carro, ciento veinte galli– nas, veintinueve cochinos, tres ca– ballos, dos mulas y cinco palomas. LA NOBLEZA DEL TRABAJO A nadie que conozca la suma importancia que para la Misión de estas ?:Onas tiene la cuestión económica, le extrañará nuestra preocupación por incrementar la agricultura . y la ganadería en los «Angeles del Tukuko». Es impres– cindible dar a este Centro una base ecónomica, firme y segura, porque su sostenimiento y des– arrollo, y teniendo en cuenta el establecimiento de los Internados, es absolutamente imprescindible. Por otra parte, el fomento de la agricultura y cría es un buen ejem– plo educativo para los indígenas, a quienes debemos incultar, teóri– ca y prácticamente, el amor al tra– bajo como medio indispensable para ganarse honradamente la vida. Después se les irá instruyen– do, poco a poco, en las verdades religiosas y en la moral cristiana. LOS EDIFICIOS MISIONALES Muy grande les viene el nombre de «Edificios» a los ranchos ac– tuales de la Misión del Tukuko. Todos los ranchos cortados por. el mismo patrón: techo de palma, paredes -cuando las hay- de la misma materia, y piso de tierra. Así están construidos la Capilla, la vivienda de los Misioneros, las casas de los trabajadores ... ¡Aque– llo es una verdadera y auténtica democracia ... ! (P . FÉLIX DE VEGAMIÁN.) Primitivos ranchos misionales de Los Angeles del Tukuko.
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